2.790km. 3 días. Superada la frontera de Manzhouli con destino el inmenso y gélido lago Baikal




La aventura junto a mis nuevos compañeros del camino continúa. Ya habían transcurrido los casi 3 días completos para llegar a la frontera con Russia, Manzhouli y eran exactamente las 3:17h de la madrugada cuando el “Provinidista” aporreaba con un cariño “ruso” nuestra puerta de la cabina, diciendo que habíamos llegado a la frontera, debiendo estar presentes y despiertos para lo que nos esperaba...



Con todo el sueño del mundo, tuvimos que soportar los primeros controles de la frontera China donde entre sueño y sueño nos tomaron la temperatura, con la siguiente revisión de cabina y finalmente, un chequeo de pasaporte con sellado de salida del país.



Pero este trámite había sido únicamente para la parte China. Ahora faltaba pasar la Russa, donde continuamos las duras inspecciones de todo el equipaje, del mismo habitáculo de la cabina, de nuevo la temperatura y finalmente el control del pasaporte y del visado bajo una mirada amenazante, con preguntas en ruso, revisión corporal y un silencio coaccionante.

Superados todos los controles, debíamos bajarnos del tren en esta estación ya que debían proceder a cambio de vagones, ajuste de ancho de vías y un largo etcetera.
Estábamos en la pequeña población de Manzhouli con una temperatura al sol de -28ºC. Saliendo de la estación paseamos por sus nevadas calles entre edificios desangelados, chimeneas a toda máquina y escasos establecimientos con incomprensibles señaléticas.

Nuestra misión era la de realizar una serie de tareas logísticas como las de ir al banco y conseguir rublos rusos, reponer provisiones para los siguientes días, (incluyendo alguna botella de “vodka”), y hasta consultar internet con los correspondientes emails de que seguíamos vivos!!




Con las pestañas congeladas por el gélido frío y con ciertas dudas sobre el cambio horario decidimos volver a la estación no fuera a ser, que nuestro hogar continuase camino, dejándonos en esta población más de lo previsto... Hacía demasiado frío como para estar de paseito matutino...

Por fin volvimos a nuestros queridos vagones, iniciando la marcha nuevamente por terreno ruso tras mas de 12 horas y media de parada en la frontera.



Esta vez el paisaje nos deleitó con enormes y extensas llanuras teñidas por el blanco mostrando un entorno similar al de la vecina “Mongolia”.

Paisajes que te hipnotizaban a su paso, dejando que tu mirada se fundiese con un horizonte perpetuo.

La nieve fue sin lugar a dudas, la mayor protagonista del camino. Haciéndonos conscientes de que poco a poco a golpe de locomotora nos estábamos adentrando en la glacial Siberia.


Siberia. Con cada una de sus letras, daba miedo traspasar a sus territorios. Sólo pensar que le pasase algo al tren y existiese cualquier posibilidad de quedarnos tirados en medio de su infierno de nieve y hielo, se te ponían los pelos de punta...
Afortunadamente el humo de la locomotora seguía dejando su estela a nuestro paso sin descanso alguno.




De nuevo más conversaciones. Más historias más o menos personales. Más nieve cubriendo paisajes de paso. Más momentos especiales compartidos. Más tiempo que pasa casi sin enterarnos.

Como cualquier otro día, hoy tocaba comer algo caliente y cocinado, por lo que optamos por un delicioso potaje ruso con mezcla de verduras y carne estofada en el vagón restaurante. Recargadas las energías, volvimos a nuestro vagón para el momento del café y del “English-tea” de Stew, para además estar preparados para admirar el próximo espectáculo visual que nos iba a regalar este día.

La Perla de Siberia o mas bien conocido como el lago Baikal, iba a ser el objetivo de nuestros visores de las cámaras en las próximas horas.
Habiéndose formado por la fricción de placas tectónicas, se trata del lago más profundo del mundo con sus 1.637m y se estima que en un futuro podría llegar a constituir el quinto océano del mundo llegando a separar el continente asiático en dos partes.

Con una temperatura media de 15ºC, en esta época llega a congelarse en ciertas áreas alcanzando un grosor de 1m pudiendo hasta conducir vehículos sobre el mismo. “Queda pendiente para la próxima vez...!”

Leyendo mas y mas información sobre este precioso emplazamiento, nos dejamos seducir por su ineludible belleza que esta estación del año le confiere.

Frente a nosotros durante mas de una hora y media, pudimos admirar este mar de hielo y playas de nieve donde animales como focas o salmones de manera impensable viven apaciblemente soportando las extremas temperaturas de la región.
Un mar en medio de Siberia donde pudimos hasta admirar una feroz tormenta desde la comodidad de nuestras butacas.
Escenas irrepetibles.


Viviendo en función de las salidas e increíbles puestas de sol, nuestros días transcurrían ajenos al factor tiempo. Los trenes se regían por el horario local de “Moscow”, pero saliendo desde Beijing la diferencia horaria es de 7 horas, por lo que la pregunta de “¿Que hora es...?” es la gran incógnita del viaje, siendo casi imposible saberlo. De hecho no nos hacía ninguna falta saberlo...




El reloj nos falló. Pero el sol siempre estuvo ahí guiándonos con toda su fuerza.

2 comentarios:

Alfonso dijo...

Estoy disfrutando de tu viaje casi como si estuviese allí. Gracias por tus relatos. !Buena ruta!.

Ale dijo...

Gracias Alfonso!
Aquí continúo en mi recta final a topeeeeeeeee!!

Feliz navidad y todo lo mejor para el 2010!

Ale ;-)