( 3 amigos + botas de trekking + valles perdidos + hospitalidad por los 5 sentidos+ son de guitarras) = Felicidad en Hsipaw





A través de mi ventanilla sujetada por un palito de madera y con los pies a la misma altura de mi asiento por la cantidad de carga situada en el autobús, dejamos atrás la ajetreada vida de toda ciudad para perdernos por unos días en las montañas del Norte de Birmania.

No sé como pasa, pero de nuevo nos juntamos 3 viajeros en solitario para aunar fuerzas y compartir tantas vivencias que suceden sin cesar. Además de conocer en el autobús a dos simpáticas parejas. Una genial mezcla de Tenerife y Nigeria, “Idaira y Ade” y “Jeff y Nicole”, de California.
Un grupo con los que compartimos muchas risas, anécdotas y sobre todo buenos momentos!




En mente los 3 teníamos que nuestros próximos días los queríamos pasar de trekking por las montañas y poblados del estado de Shan.
Y por suerte o por destino, tuvimos el placer de conocer al que sería el personaje que nos robaría el corazón a todos.
Personaje del cual no podré publicar ni una fotografía o siquiera mencionar su nombre, por el peligro que puede suponer para su actual condicionada libertad... A él le dedicaré un post más adelante, para que sepáis un poco mas la realidad a la que está sumida el país.

Gracias a sus indicaciones, informaciones y con un mapa realizado a mano alzada, nos despedimos eufóricamente cargados con nuestras mochilas marchamos a paso tranquilo para pasar los siguientes 3 días perdidos por la región.

Saliendo de la pequeña población, nos adentramos en un camino pedregoso de tierra donde los cultivos se sucedían entre aldeas de no más de 5 viviendas. Mujeres lavaban sus ropas aprovechando las suaves corrientes de riachuelos, búfalos se tomaban baños de barro como si de un tratamiento de Spa se tratase, campesinos cargaban sus arcaicas herramientas a sus puestos de trabajo y el verdor generalizado del lugar nos daba la bienvenida a las montañas de Hsipaw.




Con la mala suerte de que uno de mis compis “Retto” no se encontraba en plena forma y su estómago le estaba jugando malas pasadas... bajamos el ritmo con numerosas paradas bajo apacibles sombras, pequeñas casas en aldeas donde descansábamos disfrutando de un té o simplemente deteniéndonos a conversar o porque no cantar al ritmo de la guitarra de “Nico”! “Let it be... let it be....”



Tras el constante ascenso del primer día, el sofocante calor y apenas haber comido desde el desayuno, decidimos parar en un poblado anterior al planeado y buscar alguna casa que nos acogiese y nos preparase cualquier cosa con la que llenarnos las ruidosas tripas...
Un simpático local con apenas unas palabras de inglés, nos invitó inmediatamente a su casa ofreciéndonos parte del suelo para pernoctar, además de enseñarnos el poblado, presentarnos a los vecinos y tras varias horas de cocinar, cenar un gran plato de arroz con varias opciones de vegetales irreconocibles e intocables salsas picantes.



Satisfechos conversamos a modo de signos con algunos locales que se juntaron en la casa a fumar sus grandes pipas, las cuales desprendían un denso humo que unido con que en medio del habitáculo tenían su hoguera a modo de fogón de cocina... la casa estaba sumergida en una irrespirable nube de humo...
(En la foto anterior podeis ver como casi ni podiamos abrir los ojos...) ;-)


Antes de echarnos al suelo e intentar conciliar el sueño, nos maravillamos cepillándonos los dientes bajo un precioso cielo estrellado con la vía láctea atravesándolo de lado a lado.
Que maravilla y que felicidad!

Esa noche la pasamos durmiendo en el suelo junto a los padres, 5 niños, abuelos y otras 23 personas mas que quizá por hacernos compañía se unieron a compartir el duro suelo de su humilde hogar con nosotros...

Concurso de ronquidos, conversaciones de medianoche, varias picaduras de no sé qué por cuello y estómago y finalmente con los lloros del más pequeño y los traqueteos de las cazuelas preparando el desayuno sobre las 5:30h, sentimos que el día ya había llegado, aunque no sería hasta las 7:15h cuando nos desperezásemos del todo para compartir su rutinario desayuno de estas buenas gentes.
Mas arroz, mas verduras, té y hasta canciones de los mas pequeños de acompañamiento fueron nuestros buenos días en la pequeña aldea de “Than Shon”.
Agradecidos por su acogida, dejamos unos merecidos “Kyats” a la anciana de la casa y con muchos “Chesubeees” nos marchamos continuando con la ruta, sin antes dejar de pasar por el colegio local donde unos 180 niños de diferentes edades y niveles comparten una misma habitación, coreando en unísono las lecciones del día.
Mas pícaras sonrisas, dulces e inocentes miradas y un vaivén de manitas alzándose en el aire nos despedían con la mayor de sus ilusiones.




Continuando con las indicaciones del mapa labrado por nuestro personaje estrella, seguimos ascendiendo por suaves laderas regalando a nuestras retinas increíbles perspectivas de varios valles vírgenes.



Siguiendo con la rutina de cada trekking, disfrutamos del paisaje entre amenas conversaciones, paradas intermitentes en villas para reponer agua o incluso comer alguna cosa, preguntar como podemos si vamos por el buen camino...



inmortalizar ciertos momentos con nuestras cámaras y entre chaparrón y chaparrón llegar al último poblado del día donde nuevamente debemos buscar un lugar donde dormir, ya que en estas humildes poblaciones no disponen ni de alojamientos, ni restaurantes... Por lo que hay que buscar algún local hospitalario para no dormir bajo un árbol a la luz de las estrellas...


Esta vez probamos suerte en el Monasterio y la tuvimos, ya que el Monje Superior nos proporcionó una habitación donde dormir en el suelo con unas gruesas mantas, además de unas pequeñas velas para cuando la oscuridad llegase...


Tras un paseo por la localidad, asearnos en la zona de baños comunes del pueblo (hombres por un lado y mujeres por otro...), acomodar lo que sería nuestro suelo para dormir nuevamente, conocimos a unos simpáticos vecinos que insistieron en que les acompañásemos para cenar.
De nuevo nos encontramos con la inmensa hospitalidad de gente que no tienen casi de nada... pero que te lo ofrecen todo.


Sentados en el suelo, las mujeres nos prepararon una suculenta y cuantiosa cena que incluía hasta carne (lo que supone un lujo para esta gente...). Varios se marcharon a comprar algo de alcohol y así brindar por la ocasión.
El resultado fue una noche compartida cantando y tarareando canciones birmanas al ritmo de 3 guitarras, palmas y muchas sonrisas.


Un ambiente de alegría, felicidad y paz que nos hizo a los tres salir aquella noche con una sensación de ser los más afortunados del planeta por haber podido experimentar momentos tan únicos y mágicos como el que habíamos vivido.

Nuestro tercer día de caminata se sucedió sin prisa pero sin pausa. El camino en esta ocasión descendía hacia uno de los inmensos valles que divisamos desde las partes mas altas. Mas poblados nos saludaban a nuestro paso, campos de maiz, arroz, y cereales ondeaban al viento, búfalos, cabras y caballos salvajes pastaban a sus anchas, y el incansable sol no nos dejaba ni un segundo en todo nuestro trayecto.



A medio camino, y saludando a los locales como es habitual, nos damos cuenta que esta vez a los locales que estamos saludando son prisioneros atados con cadenas a los pies y cintura, como si de una película de piratas se tratase... los cuales realizaban labores forzadas en campos de concentración para prisioneros...

Algo asustados por no saber si podíamos estar en un sitio en el que NO deberíamos estar... intentamos acelerar la marcha y pasar lo más inadvertidos posible.
Nuestras miradas alcanzaron a ver varios militares haciendo guardia desde diferentes puntos, una pequeña cárcel con infranqueables alambradas, y en ambos lados centenares de hombres realizaban sus labores en pequeños grupos de 5 a 10 personas...



Un frío escalofrío nos recorrió de arriba a abajo pensando que muchos de esas personas serían simplemente prisioneros políticos, retenidos por el simple hecho de tener una opinión política diferente o al menos NO coherente para los que están más arriba.

Con nuestras mentes algo turbias por lo que acabábamos de ver, llegamos de nuevo a la carretera que nos conduciría a nuestro Guesthouse en Hsipaw.
Merecida ducha, preparar la mochila, cena con cervezas y despedirnos de nuestro querido personaje estrella fueron nuestras labores antes de coger la mañana siguiente el tren con destino Mandaley.



Un encantador trayecto a bordo de un antiquísimo tren que gracias a su lento ritmo te dejaba todo el tiempo del mundo para procesar cada imagen que la ventanilla te planteaba a cada golpe de máquina.




Paisajes de postal, un divertido ir y venir de pasajeros, miles de vendedores en cada parada, niños, animales y abuelos cada uno con sus historias a bordo, túneles de antaño y un imponente puente de estructura metálica alzado sobre un acantilado de vértigo fueron algunas de esas estampas que se nos quedaran gravadas en nuestra memoria.

Mandaley. Campamento base para explorar los siglos de cultura





Esta vez es el bullicio de gentes, bocinas, motores y vendedores ambulantes los que en conjunto me despiertan de mi mas allá, para volver al más acá...
Tras 14 horas de autobús con aire acondicionado, dolor de cuello, falta de horas de sueño y soportar los ronquidos locales... por fin hemos llegado a la ciudad de Mandaley!

A orillas del río Ayeyarwady, con una población de casi un millón de personas, una red de calles polvorientas, perfectamente perpendiculares y bien indicadas numéricamente, se alzan edificios modestos donde se aprecia con un simple vistazo el paso del tiempo y la falta de pintura, en conjunto con sus gentes ocupando cada esquina con sus labores del día.

Tras descansar unas horas, desayunar en un puesto local unos deliciosos “Chapati” con una salsa de garbanzos y calmar la sed a base de té verde, trazamos el plan de rastreo de la ciudad.


Una vez mas me gana un pobre abuelete conductor de un “trickshaw” que por apenas 3€ al día nos llevaría a todos los sitios que quisiéramos...
Descartamos las bicicletas y sentados espalda con espalda, mi compi “Retto” y yo, vamos callejeando con una panorámica de 180º, disfrutando de el espectáculo que cada calle, cada puesto y cada alegre local te ofrece.



Entre los puntos de interés de la ciudad, destaca el templo de Mahamuni Paya, donde un Buda de 4m de bronce es cubierto cada segundo únicamente por sus fieles de género masculino con hojas de oro, mientras que las mujeres rezan sentadas alzando sus palmas en un segundo nivel.
El Palacio Real y el fuerte fueron a nuestro parecer bastante decepcionantes, al no tratarse de los reales ya que fueron destruidas durante la IIGM y ser meras reconstrucciones realizadas además con mano de obra esclava...


Disfrutar de las vistas desde Mandaley Hill a 760m de altura desde las cual se divisa la gran explanada donde se asienta la ciudad, el río y los incontables templos, pagodas y stupas que como “setas en un bosque”... se dejan ver entre la vegetación y el horizonte.


Con el atardecer, el sofocante calor de todo el día me pasó factura, con un fuerte golpe de calor que me hizo irme a la cama el resto de la tarde y noche...

Pero, como siempre tengo pilas de recambio a mano... la mañana siguiente ya estaba lista para mas combate!

Hoy tocaba explorar los alrededores montados en los transportes locales, y con la inevitable incógnita de si realmente nos llevaban donde queríamos...


Llegando con éxito a nuestro destino, iniciamos la jornada a pie por las laderas de la pacífica “Sagaing Hill”. Visionando las 500 stupas que se alzan como centro de peregrinación de muchos budistas además de ser el hogar de más de 6000 monjes, te haces consciente de como su religión es de vital importancia para ellos, encontrando siempre fieles dispuestos a rendir rezos, culto o unos simples minutos de silencio a cualquier hora del día.



Continuamos hacia “Inwa”, tras combinar a la perfección una pickup local, un barco, una caminata de 3km y por fin una carreta tirada por un viejo caballo llamado “Madonna”...
“Inwa”, que fue la capital durante 400 años te regala una extensión de tierra llena de canales de agua, campos de cultivo y arrozales, en consonancia con mas pagodas, templos, stupas, monasterios, puentes, murallas y demás edificaciones del siglo 18 en ruinas.



El paseo resultó de lo mas agradable a pesar del traqueteo de la carreta y de los siempre insistentes vendedores que intentan colarte algún recuerdo del lugar por precios irrisorios...
A pesar de seguir con la rutina de ver mas y mas templos, hay que decir que siempre tienen algo nuevo con lo que sorprenderte.

Para terminar el día, volvimos a acertar con nuestro siguiente bus local que junto con un paseo de 40 minutos llegamos a disfrutar del atardecer en “Amarapura”.
Con el nombre de “Ciudad de la Inmortalidad”, Amarapura luce con orgullo el puente de Teka más largo del mundo. Con sus 1200m de longitud, sus mas de 1.000 postes de madera y sus constantes casi 2.000 viandantes diarios, el entorno del puente alzado sobre aguas del lago Taughthaman es mágico. No solo por sus increibles "Sunsets" sino por la vida que fluye en el.



La vida en el puente transcurre entre mujeres cargadas con enormes cestos, cazos u objetos alzados sobre sus cabezas, monjes ataviados con sus túnicas, niños pescando desde sus postes, algunos mendigos rogando por alguna moneda y decenas de locales simplemente disfrutan de la tranquilidad del lugar sentados sobre esta estructura de mas de 200 años.



Para cerrar el capítulo de Mandaley, no podíamos perdernos conocer “Mingun”.
Tras una travesía en barco de casi dos horas, bajo un radiante sol llegamos a esta zona, la cual fue azotada por un fuerte terremoto en 1838 dejando parte de sus templos con grandes daños.
Entre varias de sus edificaciones puedes disfrutar de Mingun Paya con casi 160m de altura y unas grietas del tamaño de alerta...te hace dudar sobre subir hasta su parte mas alta, no vaya a ser hoy el día que decida venirse abajo...


En contraste con esta gran edificación, se alzaba “Hysinbyume Paya” con un resplandeciente blanco, 7 niveles de terrazas con arcadas y una arquitectura muy diferente a lo visto anteriormente.


Por último, en Mingun se encuentra la segunda campana mas grande del mundo, con un peso de 90 toneladas, una altura de mas de 5m y un “DONG!” que hace honor a su tamañoooo!!!

Tras empaparnos con fuertes dosis de cultura y religión de los últimos cinco días, nos preparamos junto un nuevo compañero de viaje, “Nico”, para ir hacia tierras del Norte y a base de la suela de nuestras botas combinar todas lo aprendido de la historia del país hasta ahora con la realidad que viven las gentes de la Birmania actual.

Birmania. Aterrizando en un mundo de sorpresas por conocer!




Comenzando por solo el hecho de conseguir mi visado a este pais, tuve el reflejo de lo que su sociedad esta acostumbrada en su dia a dia... Pude sentir el poder, control y sometimiento que el Gobierno tiene sobre sus ciudadanos sin siquiera pisar su territorio.

Para poder obtener la ansiada estampita, tuve que personarme en la Embajada en Hanoi para una entrevista personal donde me interrogaron sobre mi trabajo, familia y mi situación en general...
Una señorita de mirada congelada me repasaba de arriba abajo, mientras me realizaba su cuestionario pertinente. Con el miedo de que no le gustase mi cara o mi camiseta... cualquier motivo sería motivo para rechazarme la expedición de visado...
La presente con mis mejores sonrisas no puse ningún impedimento en sus preguntas lo que creo que la acabó de convencer, confirmandome que volviese por la tarde a recoger mi pasaporte.

“YUPIIIIIIIII!! BIRMANIA, OJO QUE EN BREVE PISO TIERRA!!!”


Tras una escala necesaria en Bangkok con un madrugón de campeonato a las 3:00am, embarco en mi vuelo destino: Yangon, la conocida antiguamente por Rangoon hasta que el gobierno decidiese rebautizarla...
En mi trayecto conozco a un simpático chico suizo, Retto, el cual será mi nuevo compañero de viaje para los siguiente días.
Un vuelo agradable, llegada de equipaje sin incidencias, tramite correcto en inmigración y aduanas y hasta un sonriente local del Guesthouse nos daba la bienvenida esperandonos con transporte gratuito!

La simple llegada al aeropuerto ya te suele mostrar un pequeño guiño del pais. Pudiendo observar como la mayoria de los hombres lucen sus “longys” (tipo pareos de estampados varios) con un estilo único,



mientras que la mayoría de las mujeres, tiñen sus caras con los polvos de “tanaka”, pareciendo que llevasen una mascarilla de barro constante marcando sus facciones.



Eso si... los hombres con “longys” y las mujeres con sus rostros de “Tanaka”, todos sin excepción con sonrisas de oreja a oreja!

Ahora que tenía mi visado para este país y viendo que había corrido el riesgo de no tenerlo... me dispongo a conseguir el de mi siguiente destino, India; además de explorar y perderme por sus calles en busca de mas aventuras!


Mano a mano con mi nuevo compañero, Retto, paseamos por sus calles mapa en mano, sintiendo que nuestra presencia a cada paso que dábamos levantaba todo tipo de comentarios, miradas, saludos y las siempre fieles sonrisas!


Toca aprender las nociones básicas del idioma local... Que cuando ya te manejas con uno, resulta que cambias...y toca aprenderte los nuevos!! Cosas del viajar!! ;-)

Pasamos dos días en la capital pateando sus calles, cambiando dollares por moneda local en el mercado negro (es la costumbre...ya que en los bancos no te cambian...), comiendo en puestos locales con dos nuevos amigos Birmanos,

e intentando sumergirnos en el ambiente local tan diferente que nos daba la bienvenida con todo tipo de sorpresas: mujeres cargando enormes cestos en lo alto de sus cabezas,


puestos telefónicos a pie de calle para realizar llamadas personales,



la desagradable costumbre de mascar unas raices de color rojizas que tanto hombres como mujeres escupen sin cesar,


puestos de lo mas curiosos con objetos impensables para vender... y sobre todo incontables saludos, miradas y las siempre bien recibidas sonrisas teñidas de tanaka.

Uno de los lugares emblemáticos a visitar en Yangon, es la “Shwedagon Pagoda”. Con su grandiosa stupa dorada de mas de 190pies, la cual se puede divisar desde cualquier punto de la ciudad, esta pagoda representa el lugar mas sagrado para los budistas de Myanmar.



Lugar de obligada peregrinación, devotos de todo el país acuden a cumplir su acometido mostrando el fervor religioso que procede.
Solo acercarte a la pagoda por una de sus 4 entradas, hace sentirte de un tamaño insignificante a su lado.
Con los pies descalzos y sintiendo el abrasante sol en nuestras plantes de los pies, giramos en el sentido de las agujas del reloj en torno a la stupa central donde cientos de pequeñas stupas con mas budas, pabellones con mas imágenes y estatuas se mezclaban con un entorno de olor de incienso, coloreado con los miles de ofrendas de frutas y flores, mientras sus fieles rezan con fervor arrodillados frente a la stupa central.



La leyenda dice, que esta Stupa se construyo sobre varios cabellos del auténtico Buda, por lo que los creyentes acuden en masas a esta localización. Al igual que los incombustibles monjes con sus coloridas túnicas, otorgando una estampa mágica al lugar.

El aire que se respira en conjunción con todo lo anterior, definitivamente hace que sea de otra magnitud y densidad. Respirando incalculables dosis de espiritualidad, armonía y mucha paz. Sobre todo mucha paz.

Tras nuestra primera muy satisfactoria puesta en contacto con este pais en la capital, mi compi y yo, nos subimos a un autobús local nocturno para amanecer en la ciudad de Mandaley, situada en la zona centro del Norte de Birmania.



Esto continua...

Hanoi. Capital de contrastes.





Tristemente me encuentro en la recta final de mi etapa por Vietnam, donde debo sin falta realizar una serie de trámites en la capital, Hanoi. Entre ellos, y muy importante el de conseguir mi visado a mi próximo destino, Birmania.

La ciudad se asemeja a su contrincante, Saigón, con su caótico ordenado tráfico de motocicletas, trickshaws, bicicletas y viandantes luchando por abrirse camino. Sus miles de puestos, tiendas y vendedores ambulantes acomodados en cada calle que recorras donde locales devoran desde sus ansiados y picantes noodles y arroces a su exquisito café o cerveza a cualquier hora del dia.



Estrechos edificios de no mas de 3 plantas cohabitan en un entramado de calles perpendiculares donde templos, pagoda, mansiones, y restos de edificios coloniales hacen competencia a los edificios de mayor tamaño símbolo del inminente progreso del páis.


El lago Hoan Kiem, con su leyenda de la misteriosa tortuga gigante que sigue visionando al alba puntualmente las sesiones de Tai chi y gimnasia con abanicos que se suceden alrededor suyo de tantos locales que no temen madrugar.



O las simpáticas sesiones teatrales de los “water puppets” que ofrecen un divertido espectáculo de marionetas que se mueven hábilmente dentro del agua, recreando escenas cotidianas de Vietnam con toques de humor.



Sin duda, Hanoi es una ciudad muy viva y muy agradable para conocer. En apenas un par de días puedes recorrer los spots turísticos clásicos como el Mausaleo de Ho Chi Minh donde se encuentra embalsamado su cuerpo, museos, el palacio presidencial y tantas pagodas como granos de arroz en un plato local Vietnamita...



Además resulta de lo mas agradable perderte por las calles del “Old Quarter”, donde cada calle está nombrada con el producto que venden.



Encontrándote desde la calle de los tambores, de incienso, de cebollas, de hierbas medicinales, de lápidas hasta tienen una de peines....!!





Una de las actividades o deportes de riesgo que puedes realizar en esta ciudad, es el de moverte en un moto-taxi!!
El ir de co-piloto en la parte trasera de una motocicleta de un local, que te lleve por todas las direcciones imaginables, realizando todo tipo de maniobras de esquive y pase...realmente te hace sentir el ritmo de esta alocada y divertida ciudad! Yo me lo pasé en grande y eso que me dan muchisimo miedo las motocicletas!!!

Mi vuelo sale en apenas unas horas, y aunque tengo muy presente que entré en este país con un gran nudo en el estómago... Debo decir que me voy con una gran felicidad por tantos buenos y sobre todo, especiales momentos que me han sucedido en mi paso por Vietnam.


“Ca mon Vietnam! Seguro que volveré!!!”