Happy arrival after 10.372km of colours, sunsets, landscapes and countless friendship





We did it.
We arrived.


Moscow was there waiting for us after 7 days, 6 nights, 1 border of 12 hours, many instant-coffees, 458 photograhies shots (or even more...), one night with 4 bottles of terrible vodka, 2 delicious smoked salmons bought in one of the thousands of stations passed, beautiful sunrises and more and more amazing sunsets.

On our way through the endless Siberia we saw many different landscapes that really took our breath away in more than one ocassion.
They say that an image can explain much more than one hundred words, so just take a look of some of those images that kept our eyes next to the windows.






Crossing the southest part of the Central Siberian Plateau, heading Kazakhstan in our southest part, Mongolia in our east we had the incredible opportunity of saying “Goodmorning” to the impressive Ural Mountains, while in the evening we had some cookies with coffee crossing through the huge and frozen Volga river, and finally had dinner above the Caspian sea.
Not bad...




So many places. So many images to save in our minds. So many good moments shared with good people that it even makes it much better...




Our lifes on the train were great. Having all the time to read, relax, listen to music, watch a movie, have long talks about life or just observe the superb views coloured by imppresive sun-lights.



The sun was so so so happy to see us, that he really gave us an amazing and colourfull show every single day. Just check it out and decide which one is the best...





Now that I am in Moscow and I arrived to our final destination I really now the meaning that this train has supposed to many or "maybe" for all of us.




Taking this train from Beijing to Moscow, during 7days through the hell of the frozen Siberia, has a special and personal meaning. It´s not just a transportation. It´s not just a way to arrive to a next destiny.

We all had dreams to make come true. We all had that little crazyness of taking a train like this in the month of December. We all were coming back home joining people we love.
All of us had different and personal reasons. But we all shared that positive vision looking forward to the future, kilometer by kilometer.



We did not care about the thousands of critics and arguments that family, friends or even unknown people told us about this crazy idea. Taking the Transiberian in December...?¿?!?¿ Staying in a same train during 7 days with unknown people...?¿? Why don´t you just take a flight...?¿!?¿?

We just believed in what we wanted to do. We did it and we loved it.



I want to send a big kiss to my new friends from the Transiberian to Costa Rica! (Thats the next train we will “some day” take together...)
Charlotte: It was a pleasure to meet another amazing traveller girl! Wish you all the best and remeber that we still have to surf together, somewhere, someday!
Alex: Great finding you in the embassy and joining you in this trip! Wish you all the best!

Philippe: Great German guy with all the answers you could ever need! Take care!

Igor: Nice meeting local people. Good luck with your movies!
Steward: Crazy boy! You know that everytime I will have a prawn sandwich I will think about you!

Vlad: My super cabin partner! Thank you so much for taking so much care of me. Remember to never loose that bright in your eyes, ok! Un beso grande and see you!!


Here I am in Moscow on the 18th of December 2009. With an extrenal temperature of -18ºC. Under and over the brightness of the snow.
Being almost my last destination, I still have the energy to explore this town and see what it could offer me.
I still have places to visit, new people to meet, more photographies to take and more stories to share with all of you.



Thank you to all of you for joining me on this trip. We almost arrived, so don't give up...
Moscow it´s going to be tough, but I think you will all love our last destination...


PD: “I dedicate this post to my “transiberian new friends” who really asked me to write one post in english for them! Here you are guys!”
“Dedicado a mis amigos del transiberiano que me pidieron por favor escribiese un post en inglés para ellos. A ellos va dedicado!”

2.790km. 3 días. Superada la frontera de Manzhouli con destino el inmenso y gélido lago Baikal




La aventura junto a mis nuevos compañeros del camino continúa. Ya habían transcurrido los casi 3 días completos para llegar a la frontera con Russia, Manzhouli y eran exactamente las 3:17h de la madrugada cuando el “Provinidista” aporreaba con un cariño “ruso” nuestra puerta de la cabina, diciendo que habíamos llegado a la frontera, debiendo estar presentes y despiertos para lo que nos esperaba...



Con todo el sueño del mundo, tuvimos que soportar los primeros controles de la frontera China donde entre sueño y sueño nos tomaron la temperatura, con la siguiente revisión de cabina y finalmente, un chequeo de pasaporte con sellado de salida del país.



Pero este trámite había sido únicamente para la parte China. Ahora faltaba pasar la Russa, donde continuamos las duras inspecciones de todo el equipaje, del mismo habitáculo de la cabina, de nuevo la temperatura y finalmente el control del pasaporte y del visado bajo una mirada amenazante, con preguntas en ruso, revisión corporal y un silencio coaccionante.

Superados todos los controles, debíamos bajarnos del tren en esta estación ya que debían proceder a cambio de vagones, ajuste de ancho de vías y un largo etcetera.
Estábamos en la pequeña población de Manzhouli con una temperatura al sol de -28ºC. Saliendo de la estación paseamos por sus nevadas calles entre edificios desangelados, chimeneas a toda máquina y escasos establecimientos con incomprensibles señaléticas.

Nuestra misión era la de realizar una serie de tareas logísticas como las de ir al banco y conseguir rublos rusos, reponer provisiones para los siguientes días, (incluyendo alguna botella de “vodka”), y hasta consultar internet con los correspondientes emails de que seguíamos vivos!!




Con las pestañas congeladas por el gélido frío y con ciertas dudas sobre el cambio horario decidimos volver a la estación no fuera a ser, que nuestro hogar continuase camino, dejándonos en esta población más de lo previsto... Hacía demasiado frío como para estar de paseito matutino...

Por fin volvimos a nuestros queridos vagones, iniciando la marcha nuevamente por terreno ruso tras mas de 12 horas y media de parada en la frontera.



Esta vez el paisaje nos deleitó con enormes y extensas llanuras teñidas por el blanco mostrando un entorno similar al de la vecina “Mongolia”.

Paisajes que te hipnotizaban a su paso, dejando que tu mirada se fundiese con un horizonte perpetuo.

La nieve fue sin lugar a dudas, la mayor protagonista del camino. Haciéndonos conscientes de que poco a poco a golpe de locomotora nos estábamos adentrando en la glacial Siberia.


Siberia. Con cada una de sus letras, daba miedo traspasar a sus territorios. Sólo pensar que le pasase algo al tren y existiese cualquier posibilidad de quedarnos tirados en medio de su infierno de nieve y hielo, se te ponían los pelos de punta...
Afortunadamente el humo de la locomotora seguía dejando su estela a nuestro paso sin descanso alguno.




De nuevo más conversaciones. Más historias más o menos personales. Más nieve cubriendo paisajes de paso. Más momentos especiales compartidos. Más tiempo que pasa casi sin enterarnos.

Como cualquier otro día, hoy tocaba comer algo caliente y cocinado, por lo que optamos por un delicioso potaje ruso con mezcla de verduras y carne estofada en el vagón restaurante. Recargadas las energías, volvimos a nuestro vagón para el momento del café y del “English-tea” de Stew, para además estar preparados para admirar el próximo espectáculo visual que nos iba a regalar este día.

La Perla de Siberia o mas bien conocido como el lago Baikal, iba a ser el objetivo de nuestros visores de las cámaras en las próximas horas.
Habiéndose formado por la fricción de placas tectónicas, se trata del lago más profundo del mundo con sus 1.637m y se estima que en un futuro podría llegar a constituir el quinto océano del mundo llegando a separar el continente asiático en dos partes.

Con una temperatura media de 15ºC, en esta época llega a congelarse en ciertas áreas alcanzando un grosor de 1m pudiendo hasta conducir vehículos sobre el mismo. “Queda pendiente para la próxima vez...!”

Leyendo mas y mas información sobre este precioso emplazamiento, nos dejamos seducir por su ineludible belleza que esta estación del año le confiere.

Frente a nosotros durante mas de una hora y media, pudimos admirar este mar de hielo y playas de nieve donde animales como focas o salmones de manera impensable viven apaciblemente soportando las extremas temperaturas de la región.
Un mar en medio de Siberia donde pudimos hasta admirar una feroz tormenta desde la comodidad de nuestras butacas.
Escenas irrepetibles.


Viviendo en función de las salidas e increíbles puestas de sol, nuestros días transcurrían ajenos al factor tiempo. Los trenes se regían por el horario local de “Moscow”, pero saliendo desde Beijing la diferencia horaria es de 7 horas, por lo que la pregunta de “¿Que hora es...?” es la gran incógnita del viaje, siendo casi imposible saberlo. De hecho no nos hacía ninguna falta saberlo...




El reloj nos falló. Pero el sol siempre estuvo ahí guiándonos con toda su fuerza.

Estación central de Beijing. Km.O. 23:14h. "Pasajeros al treeeeeeeeen!"




En esta ocasión no son las bolsas extras las que me pesan, ni este será otro medio de transporte al que subirme sin tener a nadie al que despedir. Con temblores en las piernas, el estómago en un puño, y con todas las ganas del mundo de subirme al tren, nos dirigimos a la estación Central de Beijing para comenzar lo que será mi penúltima aventura de NLE.



El transiberiano me estaba esperando en la plataforma número 3, junto a otros muchos pasajeros listos para embarcar.
Últimas fotos de la gran China, despedidas con abrazos, alguna lágrima contenida y mucha mucha emoción.

Presentado mi billete, bajando las escaleras ya podía vislumbrar el que sería mi hogar para la siguiente semana completa.
Una mezcla de nervios con emoción hicieron que sintiera ese momento como la consecución de un sueño. Algo con lo que había planeado hace tantísimo tiempo y con tanto empeño y cariño, lo estaba viviendo en ese mismo instante. Tuve que pararme un segundo, cerrar los ojos y sentirlo con los 5 sentidos.

Había viajado a través de 15 países sin tener nada planeado, con un sólo billete de ida, con una mochila pero con toda la ilusión del mundo como mejor compañero de aventuras. Tras casi 12 meses, estaba poniendo esa guinda sobre el pastel subiéndome a mi final aventura personal en el transiberiano.



Vagón Nº2. Cabina Nº3. Cama superior Nº12.

Superadas las escaleras, rampas y demás obstáculos llegué a mi compartimento el cual se encontraba en ese momento abarrotado hasta los topes.
Una familia rusa de rasgos mongoles, y otro turista intentaban acoplar sus bultos, bolsas y demás equipaje en el interior de la mejor manera posible.
Por fin era mi turno. A pesar de que no eran cabinas “King size”, había espacio suficiente para ubicar mi equipaje en un compartimento bajo las camas inferiores. Además de disponer de otros habitáculos en la parte superior, lo cual resultó ser de lo más cómodo ya que siempre pude tener todo muy a mano.
La cabina contaba con pequeños estantes cerrados para guardar pequeños objetos, luz de lectura, una mesa plegable, percheros y hasta una pantalla de plasma. (La pena es que no funcionara...)



Mi primera impresión sobre el tren fue espectacular, superando con creces mis expectativas. Una caldera de carbón ubicada en la entrada era la que calentaba cada uno de los vagones, con una temperatura media de 25ºC y en ocasiones llegando a alcanzar los 32ºC... “Una locura! Aquello no parecía Siberia...sino Costa rica!”



Alfombras con estampas varias recubrían pasillo y cabinas, cortinas con encajes oscurecían los ventanales, un termo de agua hirviendo proporcionaba esa dosis para té, café o cualquier plato precocinado. Dosificador de agua fría (con un sabor algo extraño), opción de usar una minicocina del “Prodovinista” (sólo si le caías bien...) y unos baños bastante decentes (pero sin ducha...) eran todo lo que ofrecía cada vagón.

Puntualmente a las 23:10 horas, con un silbido igual que el de las películas, nos pusimos en marcha con destino Russia: Moscow!

“Señores y señoras. Esto acaba de empezar!”


Esta primera parte de mi viaje, ha transcurrido de manera muy calmada. Con conversaciones basadas en presentaciones personales y conversaciones básicas pero no menos interesantes con mis nuevos compañeros de cabina.
“Ken y Asheey”, 2 primos rusos de Ulan Ude, de 21 años que volvían a casa por navidad y “Vlad” un chico de Rumanía de 22 años estudiante en Beijing, fueron mis aliados de desayunos, cafés de sobre, fotografías y amaneceres.






Como compañeros de vagón, escandalosas señoras de mediana edad rusas con la clásica estética rusa, se apresuraban en “organizar” todas los enormes sacos de ropa y productos comprados en la gran fábrica de China para su posterior reventa en Russia.




Otros vagones con jóvenes de origen chino, jugaban cartas y engullen sin cesar sus enormes “cubiletes de noodles”, con la mirada hacia un horizonte quizá buscando un futuro mejor.



Y no puedo olvidarme de nuestro “Providinista” y su ayudante. Siendo las personas encargas del vagón, son los que ponen orden, se encargan de la limpieza, reponen la caldera de carbón, marcan las subidas y bajadas en las estaciones, etc. etc. Resultando de gran conveniencia caerles en gracia, ya que al final son ellos los que mandan...
Pero entre su seriedad innata rusa y el no hablar ni una palabra de inglés...hicieron algo complicado cualquier tipo de relación “Providinista-pasajero”...



Como otros “locos turistas del tren” con los que compartir largas jornadas y cruzar largas conversaciones, contamos en el vagón Nº1 con “Steward” inglés de apenas 18 años, “Charlotte, Alex y Philippe” de Alemania en el Nº12 y otro chico russo “Igor” en el Nº10.



Y no puedo olvidarme de el gran"Sacha". Un personaje russo, que estaba a régimen estricto de Vodka recetado por su médico de cabecera para desayuno, merienda y cena.
Algún chupito nos tuvimos que tomar en su compañía...




Buena gente y buena compañía.

Mecidos por el incesante y relajante traqueteo del tren, con mi ipod conectado con algunas de mis canciones favoritas, sólo tenías que admirar a través de la ventanilla para volar mas allá de donde te encontrabas.

No se necesita gran cosa para evadirte y aprovechar de cada segundo en lugar de intentar sólo pasarlos.

Nieve, nieve y más nieve, comienza a ser la tónica del paisaje. Todavía siendo de una densidad normal seguía dejando entrever pequeños fríos poblados de cemento gris con las chimeneas funcionando a su máxima capacidad intentando contrarrestar esa frialdad visual.


Suaves montañas nos acompañaban desde el horizonte mostrándonos que siempre se puede llegar más allá. Árboles y más árboles con sus desnudas ramas nos saludaban a nuestro paso.




Vehículos de los años 60 con los cristales empañados competían contra nuestra veloz locomotora en carreteras paralelas, sin ninguna opción a acabar viendo nuestro último vagón en su delantera.



Paradas cronometradas en insignificantes estaciones, donde apenas tenemos tiempo para bajarnos, respirar aire tóxicamente puro y subir de nuevo al comenzar a sentir nuestras extremidades adoloridas por la temperatura.

El tiempo pasa sin prisa pero sin pausa. Entre foto y foto. Entre café y té. Entre una y otra anécdota. Entre una y otra canción. Entre una página y otra. Entre amanecer y atardecer.



Pero con el siempre suave y constante movimiento de fondo, recordándonos en cada momento que continuamos yendo más y más allá.

Siempre más y más allá.