Taj Majal: Una verdadera historia de amor





“Érase una vez, un rico y enamorado Maharaja de la India Central, que vivía felizmente junto a su segunda mujer y sus revoltosos 13 hijos en una pequeña población llamada Agra, en la región de Uttar Pradesh.
Disfrutando de la acomodada, armónica e idílica vida de los de su condición, los días pasaban entre celebraciones, festejos y una envidiada tranquilidad de amaneceres y atardeceres de fuego fundiéndose en las aguas del río Yamuna.



Esos días de cuento de hadas, cambiaron repentinamente la mañana del alumbramiento de su 14º progenitor. Fue la muerte de su amada durante el transcurso del parto, la que irrumpiría con esa idílica vida soñada por todo mortal.
El ahora desgraciado pero todavía enamorado Maharaja, sintió morir parte de él mismo al recibir la terrible noticia de la perdida de su querida. Tal fue la tristeza que se apoderó de él, que de la noche a la mañana,, su pelo se tiñó de un blanco albino, envejeciendo años en horas, como si quisiera acortar su estancia en este mundo de los vivos.



Tras semanas y meses de añoranzas y de recordar entre lágrimas la belleza inconmensurable de su mujer, decidió rendirla honor construyendo el más bello palacio que nunca hubiera existido intentando equiparar así su perfección.
Así, y sin dudarlo, mandó a más de 20.000 trabajadores durante mas de 22 años construir lo que sería su prueba de amor.



El Maharaja, sumergido en una mezcla de tristeza, depresión y locura, llegó al extemo de cortarle las manos y sacarles los ojos a muchos de los artistas que había empleado para la construcción de su obra, evitando así que nunca jamás pudieran crear o admirar algo más bello...



Con su edificio central de mármol blanco a modo de mausoleo, dónde las cúpulas, arcadas y bóvedas se suceden entre grabados y mosaicos de piedras preciosas cubriendo cada centímetro de pared. Sus cuatro imponentes minaretes de 40m escoltándolo a modo de temibles guerreros y sus equilibrados jardines donde la vida y el agua dan un equilibrio estético perfecto, el conjunto final ofrece una ecuación exacta con el resultado de la máxima belleza.



Como final de esta historia, porque siempre hay un final...por fin llegó el día en el que el enamorado Maharaja pudo reposar tranquilo junto a su amada, en esta obra ineludiblemente de amor: el Taj Majal.”


Sentados en uno de sus 3 pórticos que dan entrada a esta imponente obra arquitectónica, con el relato de amor todavía en nuestras cabezas, nos dejamos sumergir por la magia que se respira entre la salida de un intenso sol naranja y una densa neblina que otorga ese grado de misterio único a este lugar.




Pasear descalzos por su inmaculado mármol blanco, sentir con la yema de los dedos las labradas paredes con sofisticados contornos esculpidos, vislumbrar la imponente altura de sus minaretes intentando tocar el cielo o descubrir ese esplendor en el reflejo de sus fuentes...



son esas pequeñas sensaciones que tanto mi hermanito como yo misma, hemos podido vivir como el resultado de un intenso y desconsolado amor que un día un enamorado Maharaja materializó en esta belleza, consiguiendo que a día de hoy, el resto de los mortales podamos seguir disfrutando y alabando su prueba de amor.

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