Sulawesi. Isla de contrastes, tradiciones y de despedidas.



Números para llegar a la ciudad de Makasar, Sulawesi.

- 2 mujeres blancas embarcando como únicas pasajeras extranjeras.
- 420.000 rupias Indonesias en el billete, categoría Cabina.
- 2 bultos cada una como equipaje.
- 7 horas y media de retraso esperando en el muelle.
- 38º de temperatura media y sin un soplo de aire.
- 3.000 personas para embarcar con cajas, bultos, bananos, y lo que os queráis imaginar.
- 19 horas de travesía escuchando la llamada a la oración cada 5 horas.
- 17:35h, hora de llegada al industrial puerto de Makassar.


Lo conseguimos!
Llegamos a nuestro último destino de Indonesia: la isla con forma de orquídea, Sulawesi.
Para organizar la ruta, nos damos un día de margen para temas varios de logística, compras, intenet, reconocimiento de la zona y hasta para una sesión de cine!

Tana Toraja, será nuestro primer destino a explorar.
Situado en la zona Centro a unas 8 horas en un autobús local, sin lugar a dudas, es un mundo aparte.
Enclavado entre montañas, inmensas terrazas de arroz y un siempre nublado cielo, se vislumbraban las tradicionales casas Torajas con sus espectaculares estructuras arquitectónicas. Asomando entre el eterno verdor, sus tejados en forma de proas y popas de barco realmente te hacen sentir, que has llegado a un lugar muy especial...
Y así es... Toraja es diferente, especial y única.







Además de la belleza del lugar, el pueblo Toraja demuestra que hay vida después de la muerte a través de sus curiosas tradiciones y macabros ritos fúnebres.
Tumbas colgantes de escarpados acantilados o en frías cuevas, dónde las calaveras y los huesos humanos quedan expectantes del paso del tiempo.
Ataúdes fúnebres con forma de búfalo, de cerdo y laboriosas grecas. Vivendas fúnebres como tumbas, árboles como tumbas fúnebres para bebés, cuevas fúnebres…
Los “Tau-tau”, esfinges de madera de tamaño natural representando a los difuntos, salvaguardan a los muertos de posibles malos espíritus.
Y lo más espectacular sin lugar a duda, sus Ceremonias fúnebres. Estas pueden durar varios largos días con distintas fases a celebrar.
(“Se advierte que lo que van a leer a continuación puede herir su sensibilidad. Y va en serio…” "MAR, tú no sigas leyendo...")

Inicialmente los familiares siguen conviviendo con el difunto en la misma vivienda inyectándole “formol“, ya que todavía no lo consideran “muerto”… y la convivencia familiar continua con la normalidad habitual...
Tras varios días, se celebra la primera ceremonia fúnebre. En esta, se invita a cientos de personas (amigos, familiares, vecinos) y se procede al sacrifico de cuantiosos búfalos y cerdos, para que con su muerte, el alma de estos animales acompañe al de sus amos en la otra vida. La celebración conlleva comida, bebida, rezos y bailes por el fallecido.
El segundo se celebrará de nuevo, en los meses de Junio y Agosto, con el mismo procedimiento y celebración.

Nosotras, pudimos asistir a una ceremonia que se celebraba por la muerte de un local de 50 y pocos años. Sinceramente, al saber de que trataba el asunto, no sabes muy bien si es buena idea asistir…
Caminando por un sendero embarrado llegamos al ritual. Cientos de personas sentadas bajo techumbres comían y conversaban alrededor de un mar de sangre mezclado con barro, cabezas de búfalos, vastos trozos de carne y vísceras apiladas en pequeñas montañas que esperaban su turno para pasar a ser un bocado a ofrecer a uno de tantos invitados.

La grotesca imagen de tanta sangre mezclada de lo salvaje de ver animales despedazados, hizo realmente que me marease, teniendo que abandonar el lugar y respirar un poco de aire fresco en los alrededores.
El ritual se repite varios días, dependiendo del rango social del difunto, pudiendo llegar a matar hasta un total de 20 ó 30 búfalos de 500kg y con un valor unitario entre los 2.000 y 8.000$…






Realmente Toraja es un estruendo para los sentidos y cada rincón ofrece un deleite con el que quedarse boquiabierto. En ciertos momentos por su belleza y en otras por su crudeza.

Han sido días alucinantes, con sensaciones, experiencias, olores, colores, tan nuevos, tan diferentes y tan chocantes... Que con tanta muerte a tu alrededor, realmente agradeces estar vivo y haber tenido la oportunidad de haber conocido lugares tan sensacionales como Toraja.

("MAR. ya puedes leer....") ,-)

Un autobús local conducido temerosamente durante 4 horas, y un bemo lleno de gente local que subía y bajaba incesantemente, fueron nuestros medios de transporte hasta llegar a Sengkang. (*Bemo: pequeña furgoneta para pasajeros).
Este poco agraciado y polvoriento pueblo, nos compensó el largo trayecto ofreciéndonos un bonito atardecer a bordo de una pequeña y ruidosa barca a motor.
Conducido por un lugareño, con el que apenas pudimos intercambiar 2 palabras, navegamos río arriba hasta llegar al inmenso lago de Tempe.
El Lago Tempe rodeado de manglares, coloridas bollas de pesca, un horizonte con pequeñas poblaciones y palmerales, y una tranquilidad que junto con el leve vaivén de la barca, conseguía que te quedases plácidamente adormecida.
Para nuestra sorpresa, en medio de sus aguas, habitaba una pequeña población de unas 30 casas flotantes, construidas a base de bambú y maderas varias.
Uno de sus dueños, nos invitó a conocer su refugio flotante con una merienda a base de plátanos fritos y té.
Tras una amable charla con más signos que palabras, volvimos a nuestro “curioso” hotel, habiendo disfrutado de una relajada tarde de Martes.






El día siguiente fue en sí una gran aventura. De nuevo más números nos esperaban:
- 430km como distancia a recorrer a nuestro siguiente destino.
- 5 cambio de bemos, en distintas poblaciones e incluso en medio de la carretera.
- 3 pinchazos de rueda, con su consecuente reparación.
- 1 instalación del equipo de música en un taller, con los pasajeros a bordo.
- 7 horas y medio de recorrido por carreteras locales con más agujeros que cemento.
- 70.000 rupias indonesias de soborno al conductor de un bemo para llegar a nuestro destino final.
- 1 hora de ducha para quitarnos la “mugre” y el polvo de todo el día.


Pantai Bira, al sur de Sulawesi, nos acogió durante varios días en un bungalow que a pesar de ser de lo mejorcito de la zona... podemos calificarlo de refugio de 4 paredes, con 2 camas, ventana, puerta y pequeños seres habitándolo.... ;-)
Al final hasta nos dio pena dejarlo y todo... ! Jejejjee

Tras tantos números a nuestras espaldas, pasamos los días en sus espectaculares playas de arena blanca y aguas al estilo “Fontvella”, chapoteando junto a los locales, leyendo, degustando pescadito fresco con soya- sauce y despidiendo cada día al sol que nos sonreía cada atardecer.






Volvimos a la capital, Makasar, para reorganizar el equipaje y trasladarnos al aeropuerto, y ahora si, despedirnos de Indonesia devolviéndole esa sonrisa al radiante sol que nos ha acompañado todo el camino.

Terima kashi bagnak Indonesia! (“Muchas gracias Indonesia!”)

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