Flores, flores y mas flores en Flores.







Dejamos atrás las costas de Nusa Tenngara y el destartalado motovelero, para conocer los rincones secretos de la isla de Flores. nombre se debe a sus primeros conquistadores portugueses, los cuales quedaron fascinados por la belleza de la isla y su gran variedad de coloridas flores.

Tras las cansadas negociaciones y peleas típicas con los locales, conseguimos un precio mas que aceptable para alquilar un coche junto con otra simpática pareja de Belgas, Anne y David, con los que tambien habíamos compartido el crucero y largas conversaciones.
Salimos los 4 de Labuan Bajo conducidos por el chofer, “Agustino” y el pequeño y siempre sonriente guía “Julius”en la parte trasera. Al principio no entendíamos porque necesitábamos conductor, pero tras varias horas en el coche, nuestros traseros y estómagos comprobaron el porqué no te alquilan un coche a tu cuenta y riesgo...
Para que os hagáis una idea, el primer día recorrimos apenas 220km, en más de 12 horas... Uffffff!! Flores, ahora entendemos porque eres tan virgen, inaccesible y tan atractiva... Explorarte será en sí una gran aventura!

El abrupto camino nos ofrecía en todo momento, rebosante vegetación bajo una orografía montañosa y volcánica, serpenteantes ríos, campos de arroz, y humildes poblados de apenas una decena de casas que intentaban abrirse paso entre el infinito verdor.
Nuestro primer tramo de viaje, nos mostró la sinuosa carretera que nos acompañaría todo el camino, unas vistas de postal sobre la bahía de Labuan bajo, la artesana preparación del alcohol típico“Arak”, además de degustarlo en estado puro... ¡Ay, que ardor de boca!
Ver al grupo étnico de “Los Manggaris” con sus pareos negros cubriendo hombres y mujeres de las formas mas variadas y menos “fashion”…


Alucinar con las vistas de los campos de arroz, pero esta vez por la forma tan original de tela de araña y su moderno sistema de irrigación.
Y finalmente dormir en Bajawa a 1.100m de altitud, con un frescor nocturno y un buen chaparrón, que hacía imprescindible dormir bajo un buen edredón.






En esta zona, no pudimos dejar de explorar los poblados “Ngadas” que habitan en las laderas del volcán Gunung Inerie de 2.245m y todavía activo.
Se tratan de poblados de casas de adobe y madera con techos de paja, situados en dos filas enfrentadas con un espacio común central, donde predominan símbolos y tallas de madera representativos de sus ancestros, estructuras de piedra planas donde colocan ofrendas, y las tumbas de sus familiares situados en la zona central del poblado.
Sus gentes viven pausadamente mascando raíces de “Beetle”, amamantando sus adorables bebés, tejiendo en sus telares el “ikat” y cuidando las tumbas de sus ancestros ofreciéndoles el mismo plato de comida que a todos los componentes de la familia.
Se trata de etnias con una mezcla de creencias animistas y cristianas, que parecen no haber evolucionado en el tiempo, y no parece que nunca lo vayan a hacer.
“Seguramente así, vivan más tranquilos y felices…”








Los siguientes días, continuamos por la tempestuosa e inevitable carretera para realizar un trekking de 4 horas hasta ver los restos del cráter del “Wawo muda” que realmente respiraba un ambiente de lo más apocalíptico, con ríos de lava y lagos de azufre.
Recorrimos mercados locales, comprando la deliciosa y amarga fruta de la “Tamarella” y acabamos el día en unas termas naturales a la luz de la luna, con pequeñas cascadas a mas de 36º de temperatura... Una sesión de Spa de lo más natural!

Tras mas de 38horas de asfalto, donde incluso tuvimos un accidente con un motorista despistado (sin consecuencias importantes, menos para él que tenía que pagar un dineral por los daños al coche), llegamos al pintoresco pueblo de “Moni”, el cual utilizaríamos de base para ascender al Kelimutu.

El despertador hizo su función a las 4:00h de la mañana, sacándonos de la cama y a pesar de la incesante lluvia exterior nos preparamos para ver el volcán de los lagos de 3 colores: el Kelimutu de 1.640m.
La espectacularidad de este volcán se centra en sus 3 lagos de colores situados en los cráteres del volcán y cuyo colorido varía según la hora e intensidad de luz que incide sobre ellos. Nosotros nos encontramos con un lago color verde grisáceo, el segundo de color azul turquesa y el último, el contraste de un negro azabache. Un paisaje realmente único!
Estas tonalidades también cambian por completo con el paso del tiempo debido a los continuas disoluciones de los minerales que lo componen, habiendo pasado por otras tonalidades como marrón rojizo, café con leche y verde esmeralda.
La suerte de nuevo nos acompañó, haciendo la lluvia desaparecer por completo, disfrutando de un sencillo ascenso y una suave luz de amanecer que teñía los contornos y grietas del entorno.
Kelimutu además representa un lugar sagrado para los lugareños, los cuales tienen la creencia que las almas de sus difuntos acuden a estos lagos para descansar. Ubicando a la gente joven en el lago turquesa, la gente mayor en el verdoso y dejando el negro para la gente mala.
Kelimutu ha sido sin lugar a dudas, un regalo para la vista y un soplo de aire fresco para el alma.




Para terminar la ruta por Flores, nos separamos de la pareja belga intercambiando abrazos y emails y junto con otros locales apiñados en un coche, llegamos madre e hija a la costa Norte, Maumere.
Aquí un bungalow de bambú a pie de playa nos esperaba para descansar, leer, pasear, hacer la colada y recuperarnos de la apretada agenda junto con las inevitables, largas y calurosas jornadas.




Flores, flores, y mas flores en Flores”.

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