Navegando por aguas del Mar de Flores.






Iniciamos la ruta bajo un bochornante calor atravesando el Mar de Bali en un ferry aceptable y matando las horas con buena lectura y las tipicas conversaciones con los demás turistas y locales.
Tras pasar la noche en Sengigi nos dirigimos al Oeste de Lombok, recorriendo pequeñas poblaciones del interior, conociendo sus habilidades con la alfarería y percatándonos del cambio tan grande con la vecina Bali a pesar de su proximidad.
Ya no se ve toda la artesanía y atestadas tiendas por cada esquina, el trafico es mas tranquilo, las poblaciones menos coloridas sin las bonitas ofrendas ni sus característicos templos hindúes, mientras q la presencia del Islam se ve latente en el ambiente con sus mujeres con velos, incontables mezquitas y sus incansables llamadas a la oración a todas horas.


Llegamos a Laghuan, y tras un buen te con plátano frito como aperitivo, embarcamos en un antigua moto velero con otros 18 turistas para iniciar un crucero por Lombok, Sumbawa, Komodo y finalmente Flores.

La travesia resulto muy agradable con una tripulacion amable, gente con muchas anecdotas que contar, un mar bastante calmado, una suave brisa y un radiante sol durante la totalidad del viaje.
Nos alejamos de Lombok, avistando la grandiosa y virgen Sumbawa, con sus escarpadas montañas cubiertas por un manto verde hasta el propio mar.
Una de las primeras paradas fue en una isla perdida de arena blanca y aguas cristalinas.
Tomar el sol, bucear con pececillos de colores, dar la vuelta a la isla en kayak y a pie y realizar una actividad de replantacion de Coral, (intentando ayudaar a paliar los efectos de la habitual pesca con dinamita de la zona), fueron algunos de los “que-haceres” de la isla.
Esa noche acabo con una rica barbacoa (todo bien chamuscado, por cierto...), una bintang, una hoguera, una guitarra y canciones locales que intentabas tararear con poco éxito...

La mañana siguiente nos deparaban unas 5 agradables horas de navegación por las costas de Sumbawa para llegar a la pequeña poblacion de Bima.
Desde el barco apenas se avistaban unas pequeñas casas de bambu y paja, pero a medida de que ibamos llegando a tierra, aparecian mas y mas curiosos niños, mujeres y adolescentes deseoso de simplemente estar cerca nuestro.
Paseamos por el poblado al que fuimos muy bien recibidos con sonrisas y calurosos saludos por cada calle o casa que pasábamos. Éramos el acontecimiento del día, de la semana o quien sabe...quizá del año!!!

Descoloridas y humildes casas flanqueaban las polvorientas calles, por las que a cada paso q dábamos se unía mas y mas niños, mujeres, adolescentes, ancianos y hasta los perros, que como de una procesión se tratase nos acompañaban durante nuestra visita.
La mayoría vestían con harapos malcosidos y sucios, conjuntos inconjuntables, sonrisas con alocados dientes, pies descalzos y curtidos, pero todos con una mirada viva, alegre y con toda la energía por vivir.
La pobreza era evidente, la suciedad visible, la gente humilde y su futuro bastante lineal e incierto.
Fueron apenas unas horas, pero de sitios como Bima te llevas siempre un trozo de esas realidades que tanta gente en este mundo vive paralelamente a un mismo compás.

Nos despedimos con fotos, saludos, abrazos y todos los mejores deseos para el provenir de esos niños.





Continuamos navegando el resto de la tarde y noche, tumbados en cubierta recordando sonrisas, caras, momentos y miradas del dia, e intentando avistar alguna estrella fugaz perdida.

Nos despertamos a las 6h, para dar los buenos días al siempre fiel y sorprendente sol, mientras que en el horizonte se divisaba un nuevo escenario. Las islas Komodo y Rinca, con un paisaje esta vez casi desértico, con suaves laderas teñidas de un ocre amarillento donde apenas sobreviven unos arbustos o solitarios arboles.
Surcamos sus costas varias horas disfrutando del paisaje y las fuertes corrientes que nos envolvían y por fin desembarcamos en busca del temido y feroz “Dragón de Komodo”.
Se trata del lagarto mas grande del mundo con mas de 3m de largo y unos 100kg de peso y capaz de devorar de una vez animales del tamaño de un ciervo o un búfalo....
En Komodo viven unos 1.300 ejemplares y en Rinca unos 1.100.
En los últimos meses han tenido mas de un ataque a un Ranger y a un local... además del largo historial de gente devorada por estos animalitos....Así que habrá que andar con cuidadito!
Caminamos por estrechos caminos con guias abriendo y cerrando el grupo y ahí estaba...
A menos de 2m nuestro, pudimos observar varios ejemplares tumbados relajadamente al sol.
Nos dejaron bien claro, que a pesar de su aspecto afable y tranquilo,no nos confiaramos... se trata de una animal muy feroz y que puede ser muy rápido y ágil, con poderosas patas y afiladas garras, una larga y gruesa cola capaz de romperte una pierna y unas mortales mandíbulas que suelen matar no solo por la herida producida por su mordedura, sino por las mas de 20 bacterias que habitan en ellas. Son estas, las que acaban matando letalmente a la presa. De manera que el Dragón de Komodo, suele atacar a sus presas con una simple mordedura, y aunque la presa escape, esperan a que las bacterias hagan su parte del trabajo y así finalmente a través de su desarrollado sentido del olfato de mas de 5km, encuentra a su presa de nuevo para devorarla con toda tranquilidad.

Una nueva experiencia haber disfrutado de otro magnífico y feroz ejemplar de este planeta. Esperamos que sigan aquí muchos años más, y eso si... si venís algún día a verlos...”No os fiéis si os sonríen, que estos no se lavan los dientes...”




La travesía acabo atracando en el puerto de Labuanbajo, en la preciosa isla de Flores.
Una cena con la tripulación y los compañeros de viaje, con su alcohol típico “Arak”, unas luces de navidad a modo de luz de discoteca y unos bailes en cubierta de música Disco de los 80, despidieron este agradable crucero.

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