Dejando que el tiempo se detenga en Lagundri

No nos costó demasiado decidirnos por nuestro lossmen Cruisoes.



Una habitación módica de madera con una terraza común con varias hamacas, montañas de revistas de surf, pegatinas de todos los rincones del mundo, unas vistas directas sobre el point break de la ola desde la misma cama y un horizonte de palmeras, fueron suficientes para saber que habíamos dado con esa pequeña porción del paraíso que tanto ansiábamos.




Los días en la bahía de Lagundri, se van sucediendo sobre todo sin ninguna prisa pero con más de alguna deseada y merecida pausa.



Despertares a base del sonido de las olas rompiendo mezclados con música de Ziggy Marley de los vecinos, tintineos de cubiertos partiendo la necesaria porción de “Banana pancakes” y los voceríos de algún vendedor ambulante deseoso de vender su porción de mango-stins, pineapple o Banana, marcan el sonido del despertador de cada mañana.



La jornada continúa con surfeada matutina, disfrutando de los 29º C del agua y sintiendo como el sol dora nuestras pieles, entre ola y ola luchada entre tanto surfista extranjero y local.



En el momento que dejamos de sentir los brazos y hombros, suele ser la señal para volver a tierra firme y coger fuerzas para la siguiente sesión.

Duchita de agua semidulce con la técnica del Mandi, es decir, un cubo gigante lleno de agua del que te vas dando pequeños cubetazos con un cubilete más pequeño y en forma de corazón... y en la que ocasiones debes compartir con más amigos de 6 patas... jajjajajjajjajaa




Continuamos cargando pilas con una sesión ahora de comida indonesia, pudiendo elegir entre no más de unas 5 especialidades locales acompañado del fiel zumo de frutas naturales, y de los cuales el tiempo de espera no suele ser inferior de la hora, hora y media... (“Indonesian time”).




La tarde se cierra con variadas actividades como la merecida siesta mecida en la hamaca,




paseo por el arrecife en busca de algún cangrejo perdido, leer ese libro que tenía guardado hace tanto tiempo, photo-shooting a los valientes surfistas, hacer bailar el diabolo por los aires, charlar con los pequeños locales de los poblados adyacentes, con nuestros compañeros de lossmen con 1001 historias de surf o simplemente dejar pasar las horas disfrutando de la película sin-fin que el surf break de Sorake ofrece sin descanso alguno con una ola tras otra.



Cerramos el día con Surf en el sunset, esperando que el tamaño de las olas no supere nuestra capacidad para poder deslizarnos sobre ellas, disfrutando de sólo el mero hecho de entrar en el agua y alucinando cada vez que conseguimos surfear una de las olas TOP de mundo, sintiéndonos como unas super pro surfers, sólo por el mero hecho de haber entrado y surfeado ese regalo que el mar nos hace cada día.

Felices cada día, decimos “hasta mañana” disfrutando de deliciosas cenas de pescado fresco o veggie burgers, alguna que otra Bintang y rodeadas de buena compañía de amigos surferos de todos los rincones del mundo.



Todo bajo un cielo estrellado como testigo de todo lo vivido en esta minúscula bahía de la isla de Nías en Sumatra.

“Salamat Pagui, Nías!”

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