Turismo a toda máquina por Japón






Recién apeadas en la población de Nara y todavía discutiendo de si todo lo vivido había sido real o no... llegamos al encuentro de dos compañeros mas del camino. De nuevo, María y Pablo se unirán a vivir mas aventuras en el país Nipón!

Nara, nos recibe con una mañana nublada, pero que poco a poco el sol va alegrando con agradecidos rayos.
Pasear por sus calles resulta agradable, porque aún siendo de gran tamaño, la sensación de masificación no es tan latente.
Sólo ver los carteles y mapa te das cuenta de la cantidad de monumentos de visita obligada a realizar. Formando parte de la Unesco, desde el año 98, existe un conjunto llamado Monumentos históricos de la epoca Nara, siendo: HYPERLINK "http://es.wikipedia.org/wiki/Hōryū-ji"Hōryū-ji, HYPERLINK "http://es.wikipedia.org/wiki/Tōdai_ji"Tōdai ji, HYPERLINK "http://es.wikipedia.org/wiki/Kofuku-ji"Kofuku-ji, HYPERLINK "http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Santuario_Kasuga&action=edit&redlink=1"Santuario Kasuga, HYPERLINK "http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Gangō-ji&action=edit&redlink=1"Gangō-ji, HYPERLINK "http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Yakushi-ji&action=edit&redlink=1"Yakushi-ji, HYPERLINK "http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Toshodai-ji&action=edit&redlink=1"Toshodai-ji y los restos de HYPERLINK "http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Palacio_Heijō&action=edit&redlink=1"Palacio Heijō, los mas destacados.





Nos entretuvimos dando de comer a varios de los cientos de venados que pastan libremente a sus anchas en los parques y alrededores de los templos.

A mi madre, le adoraban...!! Decidió darles su propio desayuno, cosa que les encantó a todos, llegando a un momento de acosoooo!!


Para darle un poco de acción al día nos montamos en un simulador de terremotos de grado 6, experimentando la sensación de estar en un edificio con y sin los medios tecnológicos que se emplean para reducir los efectos y sacudidas. Uauuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu!! Que miedo!!!



Resultó un divertido día, lleno de color con sus otoñales estampas, monumentos ancestrales, simpáticos venados y sin duda lo mejor de todo, la buena compañía compartida!



Continuando con la rutina de viajar a un ritmo de Non-stop, volvemos a nuestros respectivos hoteles de estilo ryokan tradicional japonés para reposar nuestros cansados pies y preparar la jornada siguiente.



Pasamos del alegre colorido de Nara al recuerdo de la desgracia vivido en Hiroshima.
Tras los 64 años que nos separaban de aquel fatídico día donde cayó la primera bomba atómica del mundo, la primera impresión es espectacular. Te encuentras con una gran ciudad moderna, perfectamente estructurada donde parece increible que en este lugar pasara lo que pasó.
8:15h am del 6 de Agosto de 1945, fue el momento que cambiaría el destino de tantas vidas y devastando por completo toda una ciudad.







El parque conmemorativo ubicado en el corazón de la ciudad te recuerda por medio de numerosos monumentos y un impresionante museo, como pudo suceder y como sucedió...
Además de incluso poder compartir la experiencia personal de un simpático anciano que nos ayudó a coger el tranvía correcto, aprovechó el trayecto para explicarnos como él era un superviviente de aquel día y explicando en un inglés con un gran acento chino, contaba la terrible vivencia, así como el recuento de todas las víctimas de familiares y amigos.

Una jornada gris, donde de nuevo el corazón se te convierte en un puño al ver de lo que es capaz el ser humano. Dolor, destrucción, muerte, sufrimiento, barbarie continuando con los efectos secundarios de enfermedades que las siguientes poblaciones han sufrido de generación en generación.
Sensaciones de sufrimiento y dolor del pasado que con su llama eterna intentan expresar la paz que todo ser humano con un poco de cordura ansía, pidiendo a gritos que toda arma atómica sea destruida de la faz de la tierra. El día que eso suceda, hará que esta llama se apague. Hasta entonces seguirá prendiendo pidiendo expresamente esa paz que todos necesitamos.


No sólo fuimos nosotras las que sentimos esa sensación de tristeza... hasta el día nos acompañó a la visita con un cielo gris, dejando caer gotas en forma de las lágrimas de tantas y tantas almas perdidas. Al menos nosotras lo sentimos así.

Para intentar animarnos con tanto triste pero real recuerdo, continuamos camino hacia la isla de Miayima.
Un pequeño tren y un ferry nos llevaron hasta el mismo puerto donde la imagen mas fotografiada de Japón, su magnifica Tori en medio de la bahía, fue nuestro primer recibimiento.

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Bajo una lluvia no muy severa, paseamos por sus pequeñas calles, disfrutando de una pequeña población al borde del mar, llena de templos, monumentos, pequeños restaurantes, muchas mas tiendas de souvenirs y unos preciosos parques que se llevan sin duda, el primer premio por su descomunal belleza.



Miayima, realmente tiene algo muy especial. Se trata de una isla considerada sagrada donde no se permite la tala de ningún árbol, no se producen nacimientos ni defunciones. Donde la paz y la tranquilidad forman parte de la cotidianidad de sus habitantes. Y donde uno siente que este sería un buen sitio para parar el tiempo por un momento.

La noche la cerramos vestidas con unas yukatas y con una buena sesión de Sushi!



Próximo destino: la península de Ise con sus inauditas mujeres buceadoras de la reserva de Mikimoto.
Situado en el extremo sudeste, llegamos a una minúsculo pueblo de pescadores donde el fundador Mikimoto, estableció el área como una reserva para cultivar y recolectar perlas de cultivo.




Con un museo muy bien presentado pudimos aprender sobre el laborioso proceso, admirar la agilidad de estas mujeres ya con sus añitos se sumergen hasta los 15-20m a pulmón, sin aletas y con unas gafas de buceo de la época de “Cousteau”...
A pesar de que no pude pegarme un chapuzón compartiendo la experiencia, al menos me dejaron recolectar unas cuantas desde las bases que tienen en medio del mar... Y por cierto, lo hice estupendamente! ;-)



Como últimos destinos en nuestro recorrido ferroviario por este increíble país, nos dirigimos desde Nagoya, ahora hacia la zona norte para conocer las poblaciones de Takayama y Kanazawa.
Sólo el recorrido en tren fue digno de museo. Suaves montañas nos rodeaban, mientras que un caudaloso río nos acompañaba gran parte del camino y los clásicos árboles de Arce con sus impresionantes colores nos saludaban a nuestro paso.

Que gozada de paisajes! No sabemos que nos deparan las siguientes poblaciones, pero sólo por estas estampas ya había merecido la pena, los kilometros recorridos.

Takayama fue una delicia, por ser una pequeña población donde todo era accesible a pie. Con sus calles de residencias de la época Ming, su interminable recorrido de impolutos templos, su bullicioso mercado matinal al borde del río y las poblaciones colindantes con casas de arquitectura tradicional, fueron mucho mas de lo que nos esperábamos.
Casas con tejados construidos básicamente con paja, siguiendo con la estructura de habitaciones de tatami japonesa, sentimos adueñarnos de una de ellas por un instante, siendo unos mas del poblado.


Kanazawa, nos sorprendió por ser una ciudad de rascacielos y no la pequeña población de montaña que nos esperábamos...
Pero aún así, subidas en un autobús de la época nos recorrimos los barrios de las Geishas con sus empedradas calles y pequeñas residencias. El barrio de los Samurais, con unas grandiosas casas de madera y un ambiente muy señorial.
Eso si! Aquí ni vimos geishas, ni samurais... Nuestra conclusión fue que habrían quedado... y por eso no estaban por la zona.. Es lo que tiene la era de internet y las citas ciegas.... ;-)
Paseamos nuevamente por otro de sus majestuosos parques, donde puedes admirar otros de los símbolos de Japón, con su linterna de doble pie.

Un entorno sublime!

Y como broche final, ya que nos gusta la acción por los 5 sentidos mas que tanto tursimo contemplativo, tuvimos la oportunidad de aprender a tocar el famoso instrumento del “Chanmisen”.


Con sus 3 cuerdas hechas de seda, su madera de membrillo, y la piel de “perro o gato...” (que prefiero no acordarme de este detalle...), pudimos hacer sonar unas notas de este instrumento en un Ryokan del barrio de las Geishas.

Han sido mas y mas kilometros a recorrer. Mas y mas escaleras a subir y bajar con nuestros bultos. Mas y mas nipones con los que entenderte preguntando por indicaciones. Mas y mas cambio de hoteles.
Pero siempre compensado con creces por mas y mas experiencias, vivencias y maravillosas sonrisas a sumar a nuestras espaldas.




Volvemos a casa de nuestra familia Japonesa en Yokohama, impregnados de muchas imágenes y sensaciones. Ahora toca recargar energías, rehacer equipajes, hacer las últimas fotografías, últimas compras y compartir los últimos días en su compañía.

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