Las dos caras de Kathmandú




Mas kilómetros a sumar a nuestro cuaderno de bitácora. Más horas de espera en estaciones, en no tan cómodos autobuses de línea. Más kilos de equipaje a cargar por todos los “regalitos” que vas recopilando por el camino. Más sonrisas, curiosas miradas o saludos a corresponder por el camino.
Más, más y más. Nunca menos.



Con todo el excedente de imágenes y sensaciones que nos ha aportado Nepal, llegamos a la capital: Kathmandú.


Tras las mas de 8 horas de duración del trayecto, parecía que habíamos llegado a nuestro destino al irnos aproximando a lo que parecía ser una gran ciudad. Una ciudad horrorosa, con polvorientas calles llenas de basura, edificios sin ninguna estética y a medio construir, ruido, tráfico y un ambiente cargado.




“Aaaah!! Nos han engañado!! Queremos salir de aquí!! Queremos volver a la paz y armonía de Pokhara!!”

Fueron casi 2 horas las que tardamos en llegar al centro de esta caótica ciudad debido al colapso de tráfico en ambos sentidos que nos recibió.
Que agotamiento y que ganas de estirar las piernas.
De nuevo toca lidiar con gente que te avasalla ofreciéndote taxis, trickshaws, hoteles, agua o un masaje de pies...Ufffffffff!! Paciencia!

Afortunadamente, esta pésima primera impresión se fue modificando con el paso del tiempo y al ir conociendo ya a pie, el centro histórico con sus callejuelas,

majestuosos templos hinduistas,

sus concurridas plazas, alegres banderas nepalís, coloridos puestos ambulantes y sobre todo, la simpatía de sus gentes.




Con un último rastreo de tiendas de ropa nepalí, ropa técnica de montaña, Cds y DVDs piratas, etc.etc.etc. cerramos el apartado de las compras.



Con una variada sesión de fotos, saturamos los gigas de nuestras tarjetas.
Con una buena cena con comida típica nepalí, cervezas pero sobre todo buena compañía,


nos despedimos de habernos cruzado en nuestros caminos y haber compartido estos pasados días.



Y con lágrimas en los ojos, (por no decir, un berrinche...como el de este pequeño...), sobrevolamos admirando sus imponentes montañas, sintiendo que dejamos una parte de nosotros en este país al que definitivamente volveremos.

“Nepal, quédate con nuestras caras...porque nos veremos de nuevo!”

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