Delhi, base de felices reencuentros





Aeropuerto, pasaporte, revisión de equipaje, cambio de moneda local, chequear puerta de embarque, pasar los controles de seguridad... y por fin, embarcar con un nuevo destino: Nueva Delhi, India!!

Uauuuuuuuuuu!!
Solo ver en pantalla el nombre de mi siguiente destino, conseguía ponerme nerviosa y sacarme una gran sonrisa pensando el exotismo de la siguiente localización. Incluso al entrar en el avión, ya se podía sentir ese cambio de cultura con los elegantes turbantes, mujeres con saris y una mayoría de pasajeros de tez chocolate.

El nerviosismo consiguió dispararse al superar el medio aterrizaje forzoso que tuvimos, y saber que mi queridísimo hermanito me estaría esperando en alguna parte del aeropuerto de Delhi.



Y así fue! Tras pasar el control de salud de la pandemia actual, control de pasaporte y estar de camino a por mi mochila, un sonoro grito fue mi reacción al aparecer mi hermano de detrás de un cartel pegándome un susto de campeonato!
Vaya sopresaaaaa y que alegríaaaa!!
Con un gran abrazo tras mi sobresalto y hasta el de los policías que custodiaban la zona, (que al menos no nos detuvieron....), conseguimos hacer realidad el reencuentro de los hermanitos Lascaray en el continente asiático tras tantos meses planeándolo!



La Delhi que nos recibió fue la de una gran ciudad de luz de faroles tenue, donde toda clase de vehículos de tracciones varias, viandantes y animales sagrados o no, se entremezclan en la clásica anarquía ordenada de circulación característica de estas ciudades y con los sonoros pitidos de “Cuidado que voy yo!”.
Pobreza evidente retratada por seres humanos de cualquier género o condición, convirtiendo cualquier trozo de asfalto en sus hogares de medianoche.
Suciedad patente a cada kilómetro recorrido, con la mezcla de residuos diarios, olorosos despojos y excrementos de toda índole, mejor a no describir...






Esa primera noche la pasamos en un guesthouse mas categorizado como centro de acogida, que “casa de huéspedes” por lo lúgubre e impersonal del lugar, pero la felicidad del encuentro lo convirtió incluso en divertido.

Tras descansar unas horas al ritmo de un ruidoso ventilador de techo, alimentarnos con un desayuno poco apetecible y trazar el plan del día, nos pusimos en marcha a pie para callejear y perdernos por esta gran alocada ciudad.




India en sí es un espectáculo. Aquí no hace falta visitar museos, ni asistir a grandes templos o monumentos para entender o conocer el país. El simple hecho de pasear entre sus calles intentando integrarte en el ambiente y observar los detalles que cada momento se van sucediendo, hace que sea tanta la información que tu mente recibe en cada segundo...que hasta cuesta digerirla al ritmo que tu mente la procesa.




India es sin duda, el primer país productor de imágenes chocantes a asimilar. Chocantes por la densidad de color, de gran fuerza, de acelerado ritmo, cada una de ellas cargadas de sentimientos contradictorios que hacen que cada estampa la sientas no solo con los ojos, sino tocándote los cinco sentidos.



Desde el conductor de trickshaw con el que te cruzas que pedalea posando todo su peso en cada pedal para llevar a su destino las 54 cajas que ha conseguido cargar en su vehículo, el cual esquiva a la anciana que a duras penas puede caminar por el arqueo y los años que lleva encima, a tu derecha un mendigo mutilado que se arrastra te pide una moneda, en ese mismo momento un vendedor desde una tienda te grita el listado de todos los productos que puedes adquirir y además que te hará descuento especial, mientras intentas decir de manera educada: “No thank you!”, te cruzas con la inocente mirada de un niño que te pide cualquier cosa para poder comer mientras rebusca entre maloliente basura... todavía con el corazón en un puño, no te das cuenta que estás a punto de ser atropellado por varias vacas que caminan a sus anchas, y sin poder evitarlo acabas en medio de un monumental atasco donde los insoportables y agudos pitidos se repiten como si a mayor intensidad se solucionase la congestión....y como de personajes de una novela se tratasen, mas y mas escenas se suceden como en la última filmación de Hollywood a un frenético ritmo Non-stop.
Cada personaje con su papel, con su pequeña gran historia y todo ambientado en escenarios sumidos en la suciedad y la basura, con olores a prueba de estómagos sensibles, y con una paleta de colores de su misma intensidad como telón de fondo.



India nos dió una bienvenida tal y como es. Con todo el carácter, fuerza y personalidad que posee...
No es apta para cualquiera... pero te recibe con los brazos abiertos y un sincero “Namasté”...

Queda mucho por ver, explorar y sobre todo, sentir.



Los Lascaray, mano a mano, allá vamos! Poco o nada nos podrá detener!

4 comentarios:

la guardiana dijo...

Estoy siguiendo tu blog y me fascina lo que haces y como lo trasmites. Namaste

mama dijo...

Venga Ale, a por la India !!

disfruta de ese lujo de compañia que vas a tener no sé por cuantos días ?

gracias por tus narraciones, que hacen que los que te seguimos a través de tus escritos estemos viviendo un poco tus aventuras.

Cuida te mucho !! y sobre todo, se feliz !!

una abraçada molt forta.

Pepi.

Anónimo dijo...

Hola pek! Bueno, mejor ni te digo.. No solo las fotos son increibles, y que cada vez expresas mas cuando escribes, sino que, lo mejor de todo, estas contaminando ganas de vivir, de conocer, de saber,de amar..a los que te siguen.
Eres un regalo.

Yo te cuento..Prontito Mozambique!

Besitos

San

Anónimo dijo...

MILLONES DE GRACIAS A TODAS POR VUESTRAS CARINOSAS PALABRAS!!

UN BESAZO DESDE ASIA! :-)