Llegando a Tierra firme...


Tras días de amaneceres de postal, divertidas olas, curvas en motocicleta, bucear en turquesas aguas, noches de fiesta y explorar las islas del Mar de Andamán vuelvo a tierra firme para continuar con mi ruta hacia el interior del continente asiático: los templos de Ayuthaya y las montañas del norte de Tailandia serán mis próximos destinos en el camino.

Llego de nuevo a tierra seca por la costa de Krabi sin antes dejar de disfrutar de las espectaculares calas de Rai Leh, Ao Nang y la locura de Ton Sai.







La locura, no solo por la belleza del emplazamiento y los acantilados de piedra caliza que lo enmarcan, sino por sus verticales paredes donde algunos intrépidos practican la escalada e incluso otros utilizan como punto donde realizar saltos base de paracaidismo...

Un lugar donde la paz flota en el ambiente y el entorno lo convierte en uno de esos secretos del mundo todavía bien guardados.


Un precioso atardecer donde el sol parecía arder festejando San Juan es el panorama del que disfruto desde la ventanilla del autobús de camino hacia Bangkok en mis largas 10 horas de trayecto.

Llegada a las 5:37h de la mañana a la capital, toca lidiar con los Tuc-tucs por la mejor “oferta-estafa”, un billete de 2€ de tren en 3ªclase, y 2 horas con la compañía de una encantadora abuelita Tai, fueron mis siguientes encuentros del camino.




Próxima estación: “Ayuthaya”.


Dejo abandonada una vez mas mi maleta en un guesthouse donde se percibía gente amable, para alquilar una bicicleta y recorrerme los templos de Ayuthaya en el mismo día.
Tras cruzar el río que flanquea la isla de en un pequeño bote con mi bicicleta, me pongo en marcha para disfrutar de los templos y ruinas consideradas como Patrimonio de la Humanidad.

Ayuthaya es la antigua capital tailandesa y es una isla que se encuentra rodeada por el agua de 3 ríos que confluyen en este punto.
Durante muchos años fue un enclave estratégico del país y una importante vía comercial, lo cual se percibe con la infinidad de templos, chedis, palacios reales, paangs y santuarios que inundan la isla en cada rincón.







De nuevo los insoportables 42º de media no evitaron que un tic en el dedo hizo que sacase innumerables fotografías de el entorno que me rodeaba, pero un billete de tren nocturno a las 20:40h si consiguieron que guardase la cámara, recogiese mi equipaje y de nuevo en la estación me subiese a mi vagón con:

Próxima estación: “Chiang-mai”.

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