ATERRIZANDO EN ITACOITIARA: EL PEQUEÑO RINCON DE NUNCA JAMAS.

Recién despertada y aterrizada en mi nuevo mundo, con las piernas con ganas de correr una maratón, paso control de pasaportes tras una rerere-visión de mi pasaporte en otro cuarto, equipaje sano y salvo (milagro..YUPIII) y a la salida mi hermanita Brasileña “Maritznhia” me daba la bienvenida, tras tantas horas de surcar los aires hacia este nuevo mundo. Por fin! Salimos del aeropuerto Galeao Internacional, intentando ponernos al día de unos y otros asuntos de mayor o menor importancia y tras casi otra hora y media de camino con tráfico denso, dejando la majestuosa ciudad de Río a nuestro costado, llegamos a la fantástica zona donde vive. En la región de Niteroi, al Norte de Rio de Janeiro, se encuentra un lugar mágico que realmente no se puede explicar con palabras lo que representa tal enclave.
Itacoitiara, cuyo nombre de origen indígena, significa “piedra rayada”, se presenta con una playa rodeada de montañas de piedra negra-grisácea, simulando gigantes protectores resguardando tal lugar. Frondosa y exuberante vegetación de Mata atlántica, como el pulmón de oxígeno que sientes poder respirar profundamente desde que entras en él.
Una playa de arena fina, blanca, resplandeciente, la cual invita a todo visitante a sentirla y disfrutar de todas las posibilidades que brinda tal enclave.
Un mar con olas de tal perfección, grandeza, rapidez y técnica, que provoca temor sobre todo el que conoce la voracidad de las olas, las cuales pueden engullirte como las mandíbulas de un voraz león.
Coloridos kioskos ofreciendo deliciosos “sanduiches” de vegetales, paos de queijo, salgados varios con frescas cervezas “Antártica” o cocos recién cortados de abismales cocoteros, y siempre al ritmo de alegres músicas Brasileiras donde narran más de un amor o desamor con siempre final feliz. El ambiente que se respira es de paz, armonía, serenidad, tranquilidad y sobre todo, una energía positiva que invade todo el lugar. Las opciones para decidir en la agenda del día son miles.
Desde aventurarse a surfear sus potentes olas en cualquiera de los picos de la playa, jugar “altinho” (toques de balón sólo con pies y cabeza, al más estilo “Ronaldhnio”) en las decenas de rodas que se forman en el borde del agua, jugar fresco-ball, (las clásicas palas, pero jugando con gran profesionalidad),
intentar hacer slack-line entre dos cocoteros, (una de las últimas modalidades de moda, que consiste en mantener el equilibrio sobre una cincha y os aseguro que de gran dificultad...),
seguimos con opciones como practicar capoeira con sus alegres cánticos e impresionantes e imposibles acrobacias, tomar el sol compitiendo por el bronceado más sensual, conversar con amigos, conocidos y desconocidos tomando un mate bien frío o simplemente admirar la belleza del lugar, son algunos de los “MUST” de esta localización. Un bello lugar donde parece que muchos se quedaron atrapados por su belleza y majestuosidad, como si de “El país de nunca jamás” se tratase. Ese soñado lugar donde uno no quiere crecer nunca más, y seguir así haciendo todo lo que a uno le hace feliz, intentando evadirse de toda responsabilidad que conlleva sobre todo, hacerse mayor.
Sesentones surferos de cuerpos esculturales y piel curtida por tantas dosis de sol, jóvenes de sonrisa de anuncio de TV y cuerpo moldeados por Da Vinci, bellezas en triquini surfeando como una portada de revista, y lindas familias disfrutando de infinitos jogos da playa, muestran el culto al deporte, el culto al cuerpo y a la vida sana que todos cumplen como el más riguroso mandamiento. Itacoitiara, realmente es un lugar único. Si queréis comprobarlo tendréis que venir a sentirlo vosotros mismos. Mucho cuidado... que os puede atrapar el rincón de nunca jamás y no querer salir de aquí nunca más...
PD: Peter Pan, realmente eligió muy muy bien...

1 comentarios:

Anónimo dijo...

El País de Nunca Jamás es realmente un nombre oportuno para lo que describes. Aunque siempre me he resistido a vivir en un sueño, supongo que tu experiencia es como soñar despierto y seguro que cada brisa, cada sonrisa y cada atardecer que compartas revivirán en tus sueños en el futuro. Un lugar y un tiempo donde habremos decidido no crecer. Buena Vida.