ATRAPADAS EN ESE LUGAR LLAMADO PARAISO




Parecía imposible, pero nuestra estancia en el paraíso nos enseñó como en ocasiones hasta que no estas envuelto en una determinada situación, no sabes realmente con lo que te vas a encontrar y sobre todo como vas a reaccionar...

Nuestros días en este mágico emplazamiento transcurrían con la calma y tranquilidad que tanto emana el lugar.
Despertar sin despertador, surfear sin descanso, bucear en busca de tesoros hundidos, explorar nuevos rincones de la isla, perseguir polluelos por los poblados, mecerse en la hamaca dejando que un ligero sueño se apodere de ti, buscar cangrejos por los temidos arrecifes en marea baja, jugar bola tacrau aprendiendo las nuevas técnicas locales y tantas otras actividades que podíamos inventarnos por el camino.



Todo acontecía sin ninguna reseña destacable a comentar... hasta que llegamos al punto crítico en el que nuestros estómagos comenzaron a notar que ese lugar llamado Paraíso, quizá NO era tan paraíso como pensábamos...

Ya nos lo habían advertido, y por ello, compramos todas las provisiones posibles y viables a transportar, incluida agua potable. Pero, los días fueron pasando, y nuestra bolsa plastificada con cremallera, comprada especialmente para que los posible roedores no se hicieran con nuestros manjares, fueron diluyéndose más rápido de lo que pensamos...




Día tras día, poco a poco y casi sin darnos cuenta de ello, nos fuimos quedando sin comida y sin agua...
La situación se agravó ya que si nos informaron sobre la posibilidad de hacernos con ciertas provisiones básicas en la misma isla como: pescado, huevos, bannanas... (por lo que respiramos tranquilos, pensando que aunque tuviéramos que desayunar Atún... al menos no pasaríamos hambre...)
Pero nos equivocamos o está claro que elegimos mal a nuestros informadores...



En la isla ni podíamos conseguir huevos, ni bananas, ni ningún tipo de pescado... a pesar de estar rodeados de océano por todos lados...
Todo el alimento existente en la isla, era el que cada turista había traído por su cuenta, y por el cual, no iban a vender ni por todo el oro del mundo, ya que supondría encontrarse ellos en nuestra misma situación, en poco tiempo...



Tras intentar negociar con locales, los cuales descartaban la opción dinero, (ya que no les interesa de la misma manera que en nuestro 1º loco mundo...), intentamos buscar utensilios de pesca o arpones sin mucho éxito, continuamos andando más de 2 horas hacia otros poblados en busca de algunos huevos con la negativa como respuesta... continuamos rogandole a nuestro papi Sabit que teníamos hambre, de manera que conseguimos que una barca nos llevara a otra isla algo más poblado “Phei phei” para hacernos con algunos sobres de noodles y latas de sardinas... junto a los cangrejos que nuestro papi Sabit cazó con esmero!! Algo era algo.
Hirviendo agua para tener agua dulce para beber y con una dieta de Hidratos de carbono basada en arroz y noodles aderezada con nuestra fiel salsa “Bango”, conseguimos sobrevivir otros días más...




Realmente, todos los otros duros y curiosos condicionantes que reunían este maravilloso lugar como: dormir en un humilde pero acogedor hogar local, nuestras amigas las arañas de un palmo que nos hacían compañía en cada ocasión que íbamos al toilet comunitario, las duchas en el mandi central de la selva intentando que no te comieran los mosquitos y echándote agua con un coco como recipiente,











compartir el espejo y peine de la casa con todos los locales del poblado, tener que cocinar tus alimentos casi inexistentes con la máxima imaginación, resguardarte o simplemente disfrutar de una ducha natural bajo las clásicas tormentas tropicales, tener que atravesar la isla y acabar subiéndote en un cocotero para hacer una llamada telefónica




o dormirte con los politonos de papi Sabit sonando como el mejor de los temas de U2... No significaron ningún problema para nosotras, ni hicieron por lo más mínimo dudar que existen lugares como este llamados: PARAISO.




Fue la comida, lo que acabó por retorcernos los estómagos y querer abandonar la isla, para saciar quizá más un hambre psicológico que realmente físico.

Ahora entendíamos, porque las leyendas cuentan que en estas islas existía el canibalismo... Era para planteárselo... (Y más con los chicos tan lindos que se ven por aquí...) jajajajjaaja

Por ello, y por que queríamos seguir ruta hacia el Norte de Sumatra, abandonamos nuestro pequeño y particular Paraíso, con cariñosos abrazos de nuestra familia Indonesia, nuestro compañero de viaje, Carlos , y otros amigos y personajes varios de la isla.



Ya embarcadas en nuestro Speedboat, miramos atrás a ese pequeño trozo de isla que tanto amamos y que tanto ha hecho rugir a nuestros estómagos...



PARAISO, está claro que volveremos!!! Pero con 2 toneladas de alimentos y un buen cocinero de la mano que nos cocine "rico rico"....!!! :-)

1 comentarios:

Anónimo dijo...

hola, hecho de menos tus aventuras? Espero que estés bien. Pura vida (paramos el tiempo?)