Consejos de una “sirenita”




Entre abrir una y otra maleta, quitar más y más cinta de las clásicas cajas de cartón, volver a descubrir objetos, libros, fotografías, postales, cartas, recuerdos y más y más artículos a clasificar dentro de la columna de más innecesarios que necesarios... tuve la gran suerte de encontrarme con el siguiente relato.

Una simple hoja de papel blanca y en estado deteriorado por el paso del tiempo, con las clásicas arrugadas que le atribuye no haberse guardado en el quizá el que fuese su lugar apropiado... era la responsable de portar un precioso y especial cuento escrito hace ya mucho tiempo por un buen y querido amigo mío.

Fue como encontrar un mensaje en una botella, que lleva a la deriva surcando los mares, años y años... y que sin motivo aparente, apareció frente a mí en ese mismo instante.


El relato es el siguiente:

El cuento de la pequeña sirenita de mar.

"La historia cuenta como la pequeña sirena era tan alegre y tan bonita que al mar le pareció demasiado egoísta que se quedara sólo para él. Por ello, inventó la forma de que adquiriera vida humana, preguntándole si le gustaría vivir en la Tierra como una humana más.
La sirenita, aventurera y audaz, pensó que esa experiencia le proporcionaría aún más riqueza en su vida y aceptó.
Aceptó, no sin antes dejar bien claro que siempre que quisiera volver al mar, a su verdadera mundo, pudiera regresar y ser bien recibida.



El Rey Neptuno, no obstante, le advirtió que vivir en la Tierra no sería sencillo y que estaría tentada a dejarlo todo y volver. Pero, que una vez tomada la decisión, no habría marcha atrás, teniendo que soportar muchas y duras pruebas por el camino.
Aunque el sabio Neptuno, le animó afirmando que sabía que por muy dura que fueran esas pruebas, la sirenita con su experiencia en la supervivencia en el mundo marino, las superaría sin problema alguno.

La sirenita, amaba el mar por encima de todo y a pesar de los miles de temores, dudas y preguntas que le surgieron, pensó que sólo tenía esa oportunidad de vivir, de experimentar, de tener nuevas sensaciones y decidió ser humana. Quería conocer, explorar, aprender.
Aceptó las reglas del juego y sus consecuencias. Fue valiente.



Con el paso del tiempo, siendo ya humana, se dió cuenta que no siempre hacía sol, que, aveces llovía y hacía frío, que el ser humano es caprichoso y cambiante, y que no todo es tan idílico como se rumoreaba en los fondos marinos...

Lo que nunca supo, después de una larga vida maravillosa, es el bien que hacía, con su sonrisa, su buen humor, su cariño, su disposición, su mirada brillante y acogedora, que tanta gente con la que se cruzó en este viaje supo apreciar y agradecer.

En realidad, no vino a la vida a cumplir las expectativas de otros. Vino a vivir su vida, sin poder evitar hacer el bien a las vidas de otros. Eso le hacía feliz, muy feliz.
Tanto. Que supo que debía renunciar a volver a sus fondos marinos con sus otros seres queridos, para poder seguir compartiendo esas dosis de felicidad por el mundo.

Todavía “la sirenita” tiene mucho camino por recorrer.

Sabe que el mar y sus océanos, siempre estarán ahí esperándola...
y siempre que quiere, se zambulle unos instantes en el mar, saludando así a sus otros seres queridos..."




Leerlo, hizo que en mi cara se dibujase de manera inmediata una amplia sonrisa, mientras cerraba los ojos imaginando que ese cuento era realidad. Quizá mi realidad.
Por unos segundos me sentí la protagonista de ese cuento de hadas marino, queriendo creer que quizá un día fue así... ¿Y por qué no...?

De hecho, me llenó de felicidad el saber que no es sólo la gente que me rodea la que me genera mi estado de felicidad, sino que yo misma, puedo conseguir generar felicidad, cariño o al menos sacarle una sonrisa mucha gente con la que me he cruzado en mi camino...

Seguramente, os estaréis preguntando a cuento de qué, (nunca mejor dicho...) escribe este post...?

Y es que desde que llegué de mi viaje, he recibido numerosos mails, sms y llamadas de gente que concoce a alguien o que ellos mismo quieren dar el paso y saltar a ese maravilloso mundo de explorar el mundo.
Salir de sus pequeños y particulares “océanos”, dejar de ser sirenitas y sirenitos por un tiempo, y saltar a esa otra dimensión que todos sabemos que está ahí esperándonos para vivirla y disfrutarla en todo su contexto.

Mensajes que me llenan de alegría, ilusión y “un poquito de envidia sana...” por saber de primera mano TODO lo que les espera y les queda por vivir...

Todos con las mismas o similares dudas que pudo tener “la sirenita” en su día, al tener que tomar una decisión de tal importancia y con ese inevitable pequeño nudo en el estómago por el nerviosisimo que genera el marchar a lo DESCONOCIDO, dejando atrás tu mundo.



Intentando contestar a tanta interrogativa que realmente serán ellos mismos los que las irán resolviendo cada uno a su manera y siguiendo su sentido más lógico, creo que finalmente el mejor consejo que les puedo dar, es que apliquen el cuento de la sirenita.

Primero que no dejéis que os venzan los miedos, dudas y temores a lo desconocido. Vuestros mares y sus océanos siempre estarán ahí, esperándoos de nuevo, siempre que queráis volver.
Y que no sólo disfrutéis de tantos lugares maravillosos, gentes de todo corazón, paisajes de ensueño, suculentas comidas, culturas milenarias, milagros arquitectónicos o los innumerables contrastes que hacen que cada segundo sea un momento único.
No olvidéis nunca dejar ese rastro personal a vuestro paso, ayudando en la medida de lo posible al que lo necesite.



No hablo sólo de un tema económico. Si no que al igual que mucha gente os acogerá con los brazos abiertos y os invitarán sin tapujo alguno a que os sentéis con ellos a compartir seguramente una escasa o módica cena, a charlar en el porche de su casa o disfrutar de una simple taza de té acompañando una puesta de sol, vosotros no olvidéis devolver esas pequeñas y tan preciadas dosis de felicidad que recibiréis a lo largo de todo el camino.



Dosis de felicidad que recibiréis hasta no saber donde guardarlas...

No olvidéis que tenéis mucho que hacer en vuestro camino.

Ánimo, y no dudéis en subiros a ese avión... Hay mucha felicidad que vivir y compartir por el mundo!!

No os lo perdáis! O os arrepentiréis toda la vida...


Fdo: “La sirenita”

Dedicado a mi querido amigo, “Pedrito”.
Autor de este relato y al que volveré a ver de nuevo, en los fondos marinos...
Millones de gracias por tus palabras..."

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