"Zaijian" China. "Priviat" Russia!!!!





Ya en tierra firme y tras terminar con las labores de logísitica necesarias conseguimos billetes para el tren nocturno de ese mismo día para volver a la capital, Beijing.

Cargadas con un buen regimiento de comida, entre ellos los famosos “cubiletes de noodles chinos”, fruta, té, café instantáneo, patatas y demás porquerías para matar el tiempo, nos ubicamos en nuestra cabina, acaparándonos de una mesita con sus dos sillas plegables para realizar el ritual del “cubilete” como todos los demás profesionales del vagón.



Dejando pasar el paisaje nos despedimos en cierta manera de la gran china, recordando los increíbles lugares visitados y con el sentimiento de que todavía nos queda mucho en el camino.
Explorar países de estas dimensiones, hace que todo te sepa realmente a poco.

De nuevo la inmensa estación oeste de Beijing nos recibe hasta con unos suaves rayos de sol, lo que alegra tremendamente el descenso acusado de las temperaturas, que se nota nada más descender del vagón.

A continuación autobús local, callejear con una dirección china en nuestra mano, y finalmente instalarnos en un guesthouse que no estaba en nuestros planes, pero que la combinación de la sonrisa de la chica de recepción, un precio aceptable y una habitación recién reformada fueron razones suficientes para no seguir buscando y darnos esa merecidisima ducha que ambas necesitábamos.

Nuestros últimos días en la gran China transcurrieron inicialmente con el objetivo de tener todo listo para mi siguiente aventura atravesando Siberia hasta Moscú en el Transiberiano.
Pasando por finiquitar mi visado Ruso que es en sí una gran aventura y bastante más terrorífico que el crucero del Yangtze... Aprovisionarme de un buen cargamento de comida, últimos emails y compras de navidad.

Tachando cada uno de los asuntos pendientes en mi lista, también tuvimos tiempo para hacer algo de turismo por la gigantesca ciudad de Beijing.



El palacio del verano fue nuestro primer destino. Aunque su nombre eluda a una estación calurosa, nosotras pudimos verla con el frío gélido que azota la ciudad en esta época.

Bordeando el lago helado, admirando los labrados soportales que unen templos, palacios, pagodas de estilo tibetano y todo ubicado en la colina de la Longevidad con un bosque de ramas esqueléticas.



Otra de nuestras visitas turísticas fue el Templo del cielo, ubicado muy cerca a nuestro hotel y que tras pasar un desapacible jardín poco cuidado, fuimos compensadas muy gratamente con las preciosas estructuras arquitectónicas en forma de pagodas circulares sobre bases geométricas de bases cuadradas. Siguiendo de esta manera, la creencia China en que la Tierra es cuadrada y el cielo redondo.


Un agradable paseo a pesar de la temperatura, que nos regaló una grata sorpresa al encontrarnos a la salida del recinto con una zona donde la gente baila alegremente cada uno con su estilo, a su ritmo y sin importarles lo más mínimo “el temido: que pensarán de mí...!



Fue todo un regalo presenciar como gente de todas las edades, en pareja, en solitario o con pareo árabe a la cintura, dejaban liberar sus almas al son de la música.

Y de nuevo se acerca ese momento.
Caminando de vuelta al hotel, con las manos bien metidas en mi abrigo de plumas, mascarilla en la cara, se me suceden una cantidad de imágenes de este país que he amado en tantas ocasiones y odiado en algunas otras.
Amado sus escénicos paisajes del sur, paseos en bicicleta por las áreas rurales o por la gran Beijing, nuestro encantador amiguito “El chinito parlanchín”, (os colgaré un video para que le conozcáis!), las gargantas del Yangtze, los pandas y guerreros de Xi'an, las callejuelas de Pingyao, la marcha de Shanghai, la grandeza de la muralla china, el delicioso pato laqueado o la sonrisas de tantos pequeñajos.



Odiado. Bueno, creo que el verbo “odiar” es bastante exagerado... Pero esa serie de cosas que no te gustan en absoluto y que por mucho que sean de la cultura del país, las cambiarías a toda costa.
Ejemplos: los sonoros y desagradables escupitajos que se suceden a tu paso en cualquier punto de este país.

No sólo escupitajos, sino todo los ruidos más molestos suelen ser la tónica de la gente local independientemente del sexo o edad. La pasión por el karaoke, que si tienes tu habitación ubicada justo debajo del altavoz, puede resultar de lo más odioso. Mezcla de olores indescriptibles. La pesadilla que supone realizar cualquier compra, siendo los más liantes de toda Asia sin lugar a dudas...

Con sus pros, sus contras y sus aspectos neutrales, volveré a China. Es un país fascinante y creo que tiene mucho que ver y que disfrutar.
En breve abandono este país hacia mi siguiente destino: Siberia y Russia, pero en el mes de Diciembre.
Esto promete, así que espero veros a todos en el tren, vagón número 2!
Nos vemos ahí! Y que no falte nadie!




Zaijian China!!
Priviat Russia!! ;-)

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