Birmania: la receta secreta mejor guardada.






Mis últimos días en Birmania, se suceden en la capital, Yangon y la pequeña ciudad de Bago, a las afueras, entre repetidas despedidas de amigos y compañeros del camino, últimos paseos, últimas cenas, últimas fotos y últimos sones de guitarra entre tanta buena gente.

Birmania, definitivamente es un país que me ha cautivado.

Han sido muchos pequeños ingredientes a lo largo del camino, los que han hecho que el resultado haya sido de restaurante de cinco tenedores. Una receta mágica. Una receta que te conquista el apetito y hasta el corazón. Una receta que te gusta tanto, que siempre te sabrá a poco. Una receta a repetir. Eso seguro!



Tomar buena nota y ala! Con las manos en la masa y a por el “rico-rico”!

Comenzamos por sus gentes. Ellos han sido uno de los ingredientes clave para ello. Infinitos cucharadas de hospitalidad sin precedentes, una ilusión infinita por el turista desconocido y una perpetua sonrisa a tu paso.
Gentes humildes, muy sencillas, con la mirada pura, positiva y siempre mirando hacia el frente hacia un futuro mejor al actual. Gente que no pierde la esperanza y que están convencidos de que su situación cambiará, derrocando la Dictadura a la que se encuentran sometidos.




Continuamos con kilos de localizaciones sacadas de películas de las más atrevidas e intrépidas aventuras.
Localizaciones en las que perderse, pasear sintiendo sus materiales con el tacto de la planta de los pies, cegarte por el resplandor del sol en sus relucientes colores, pedalear sintiendo la suave brisa apaciguando el sofocante calor, deleitarte con amaneceres y atardeceres, cielos de azules añil y con nubes de catálogo o sortear valles vírgenes ajenos a la inminente evolución y modernidad exterior, son sólo unas pequeñas porciones de lo que puedes llegar a saborear.





Otro ingrediente importante, es la religión que les ampara y protege. El budismo es sin lugar a dudas una de sus razones de vida. Ocupando una gran parte del tiempo de su día a día y materializando esa eterna fé en sus acciones diarias y forma de vida.




Para terminar con la guinda del pastel y darle ese toque diferenciador al resultado final, debo añadir toda la gente maravillosa con la que me he topado en este país.
Convencida que sería un destino en el que seguramente pasase la mayoría de mi tiempo en solitario... ha sido increíble toda la buena gente y de espíritu libre con la que he podido compartir tantas vivencias.
A todos ellos, los cuales saben muy bien de “quienes” hablo, os mando esa misma dosis dulce que me habéis aportado en tantas ocasiones a lo largo de estos días.




Resultado: una suculenta Birmania lista para deleitar a los paladares mas selectos. Apto sólo para los más atrevidos, y con ganas de experimentar con sabores de gran envergadura e intensidad.



Ya en el aeropuerto, con mi siguiente billete en la mano hacia mi próximo destino, escuchando con mi Ipod una canción de Chambao, con alguna lagrima recorriéndome mis mejillas, cierro los ojos dejando que mi mente me flashee con las infinitas imágenes de momentos y vivencias que siempre quedarán gravados en mi corazón.

Largas conversaciones con nuevos amigos, simétrica y estética tanaka, la imponente Shwedagon, noches estrelladas, zumos de limón a media tarde, incomprensibles mapas a mano alzada, deliciosos chapati, amigables sonrisas y “bye-byes”, sones de guitarras, arco iris de anuncio, silenciosos monjes, tostadas con mermelada de fresa, el autobús número 43, mercados de color y movimiento, longyis de cuadros, budhas sonrientes, implacables mosquitos, pobreza con un esperado mejor futuro, mujeres amamantando a sus bebes, encadenados a una injusta dictadura, escupitajos de “Betel” a cada paso, coloridas ofrendas florales, conmovedoras historias de la realidad de sus gentes, cervezas de 1litro “Myanmar”, bailes bajo la pequeña-gran noria, despertares sobresaltada por las sacudidas de un terremoto, miles de antiquísimas stupas como horizonte, chapotear a medias aguas por las lluvias torrenciales en las calles de Yangón, sesión de cine de media tarde, duchas de agua fría, la valentía y optimismo de nuestro personaje estrella.... y cantar al unísono: “Let it be, let it be, Let it beeeeeeeeeeee...!”




De nuevo, sólo puedo decir: ........... gracias.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

qué hermosa manera de contar las cosas. me encantó revivir mi paso por este maravilloso país a través de tus palabras.

a la vuelta sí que te regalo dulces. un delicioso pastel de 3 chocolates te voy a dar!!!!

besos,

núria-bcn-burma

Anónimo dijo...

Graciassssssss wapaaaaaaaaaaaaa!!
No voy a decir que me muero de ganas de volver a Barcelona....!!

Pero ya lo celebraremos a lo grande!! Con chocolate, mojitos, pan-tumaca...!! Y de tooooooooooo!!

Un besazo enormeeeeeeeee